viernes, 11 de enero de 2019

Santo Tomás: política y sociedad. (Medieval).





1. El problema de la política y de la sociedad como preámbulo de fe.

2. Aristóteles: semejanzas con la propuesta política tomista.
2.1. Naturalismo, teleología y felicidad.
2.2. Hilemorfismo.
2.3. Formas políticas: bien común y bien privado.

3.  La dimensión sobrenatural del conocimiento, del hombre, de la ética y de la sociedad.
3.1. Razón y fe.
3.2. El hombre: dimensión natural (animal racional) y y dimensión sobrenatural (criatura creada a imagen de Dios).
3.3. Virtudes ordinales y cardinales.
3.4. Estado e Iglesia.

4. Ley eterna, ley natural y ley positiva.
a) La lucha por la supervivencia.
b) La reproducción y cuidado de la familia.
c) La búsqueda de la verdad.
d) La vida en sociedad.
e) La búsqueda del bien y de la justicia (bien común).

 
 

5. Contexto medieval de las relaciones de la Iglesia y el poder civil.
5.1. Agustinismo político.
5.2. Lucha de las investiduras.
5.3. La teoría de las dos espadas.
 

6. Las relaciones Iglesia-Estado en santo Tomás de Aquino.
6.1. Subordinación del Estado a la Iglesia.
6.2. Independencia relativa del Estado en lo que se refiere al bien común.


1. El problema de la política y de la sociedad como preámbulo de fe.


El problema de la política y de la sociedad forma parte de los preámbulos de fe de Santo Tomás. Se trata de verdades a las que podemos acceder desde la razón y desde la fe sin que esa forma de acceder a ellas suponga contradicción o doble verdad. Veamos algunos ejemplos:


- En el problema de Dios. La existencia de Dios, de la que da testimonio la revelación, también se puede demostrar racionalmente por medio de las Cinco Vías.

- En el problema del hombre. La inmortalidad del alma, que Cristo promete a quienes le siguen, Platón la demuestra filosóficamente, por ejemplo, en Fedón.

- En el problema de la metafísica. La creación de la realidad de la nada, como aparece revelada en el nesis, se demuestra racionalmente en la Tercera Vía.

- En el problema de la ética. Cristo predica el amor al prójimo, pero se puede deducir de nuestra naturaleza racional que el bien ha de hacerse y el mal ha de evitarse.

- Y en el problema que nos ocupa, el de la política y la sociedad. Cristo afirma que nos tratemos como hermanos, pero se puede deducir de nuestra naturaleza racional que somos sociables por naturaleza.

2. Aristóteles: semejanzas con la propuesta política tomista.

 
Si en la época Medieval, en concreto en la Patrística, Agustín se inspira en Platón para elaborar la teología cristiana, en la Escolástica, con la recuperación de muchos de sus texto, Tomás de Aquino realiza la síntesis entre razón y fe tomando como referencia a Aristóteles. En el problema de la política y de la sociedad Tomás llega a escribir en 1272 un comentario sobre la “Política” de Aristóteles.
 

2.1. Naturalismo, teleología y felicidad.

 Aristóteles y Tomás parten del análisis de la naturaleza humana y de los fines a los que está orientada (teleología, causa final). Nuestros actos tienden a un fin último que aparece como el bien que todos deseamos, la felicidad, que se adquiere mediante la práctica de las virtudes éticas y dianoéticas. Esta felicidad buscada no es solo individual, sino también social. Sin esa felicidad social, a la que llamamos bien común, el hombre queda incompleto porque es sociable por naturaleza.

2.2. Hilemorfismo.

Ese cuerpo de individuos sociables por naturaleza necesita de un gobierno (la forma del Estado) que dirija racionalmente su actividad hacia el bien común.

2.3. Formas de gobierno: bien común y bien privado.

El Aquinate también sigue a Aristóteles en el análisis de las formas de gobierno, y en su preferencia por una monarquía atemperada por elementos tomados de la aristocracia y la república (también será la forma que elegirá Maquiavelo). Lo ideal sería una monarquía si el monarca fuese el más perfecto de los hombres, pero como no es fácil que eso suceda, considera que el Estado más perfecto será, entonces, una combinación mixta de monarquía, aristocracia y república, de modo que los diversos poderes hallen cierto equilibrio:
 
- La monarquía funciona como fundamento de la unidad. 

- La aristocracia gobierna la administración. 

- En virtud de la república el pueblo elegirá a los magistrados que representen sus intereses. 

Igual que Aristóteles rechaza las formas de gobierno que solo buscan el bien privado (tiranía, oligarquía y democracia). El gobierno despótico y arbitrario se aleja del fin propio del Estado, que es el bien común de los ciudadanos.
 

3. La dimensión sobrenatural del conocimiento, del hombre, de la ética y de la sociedad.

En la síntesis entre razón y fe que caracteriza a la edad media, Santo Tomás señala con claridad las dos dimensiones del ser humano: una dimensión natural (razón) y una dimensión sobrenatural (fe).

3.1. Razón y fe.

Solo con la razón el ser humano no es capaz de acceder a toda la Verdad. Además de que hay verdades reveladas que solo se conocen por la fe (como la Trinidad), solo con la fe penetramos mejor en las verdades que también se pueden demostrar racionalmente (preámbulos de fe). Por ejemplo, aunque se pueda demostrar racionalmente, y nada menos que por cinco vías distintas, la existencia de Dios, nadie cree en Dios como consecuencia de esta demostración. Para ello es necesaria la fe.

 3.2. El hombre: dimensión natural (animal racional) y y dimensión sobrenatural (criatura creada a imagen de Dios).

El ser humano no es solo un animal racional. Al ser creado por Dios a su imagen y semejanza, no se agota en su entidad natural compuesta de esencia y de existencia. Además, siendo como es criatura de Dios, sólo en el misterio de Dios, como decía Agustín, puede esclarecer el misterio que es él para sí mismo, es decir, su dimensión sobrenatural. 

3.3. Virtudes ordinales y cardinales.

Como el hombre no se agota en su dimensión natural, las virtudes que tiene que practicar para realizar plenamente la finalidad para la que está hecha su naturaleza completa (natural y sobrenatural), no pueden solo ser virtudes de su esencia como animal racional, sino que también habrá de practicar virtudes propias de su esencia sobrenatural de hijo de Dios. 

Las virtudes de su esencia natural, a las que llama virtudes ordinales, son las que Aristóteles llamaba virtudes éticas (justicia, moderación y templanza) y dianoéticas (prudencia y sabiduría). A ella añade santo Tomás las que necesita para alcanzar su teleología sobrenatural (el encuentro con Dios). Se trata de las virtudes cardinales (sobrenaturales): fe, esperanza y caridad.

3.4. Estado e Iglesia.

Para Aristóteles la polis es la comunidad perfecta porque es autosuficiente para que todos los ciudadanos alcancen sus finalidades naturales de felicidad individual y de bien común. En cambio, para Santo Tomás la polis no puede ser autosuficiente para garantizar las finalidades de la naturaleza humana. 

En efecto, la polis sería perfecta si el ser humano solo fuese una realidad natural. Pero al ser también una realidad sobrenatural necesita de una sociedad en la que pueda conocer las verdades reveladas, encontrar los medios para practicar la virtudes cardinales y alcanzar su finalidad sobrenatural de encuentro con Dios. Esta comunidad es la Iglesia.

 El Estado solo puede proporcionar una felicidad imperfecta o incompleta (solo atiende a lo natural), mientras que es la Iglesia quien cuenta con los medios para alcanzar la felicidad perfecta y sobrenatural.

Es más, todos, incluidos los gobernantes, están sometidos a la ley de Dios, que se expresa en la ley natural. Si la ley positiva y, con ella, el Estado, se aparta de la ley natural, entonces no es verdadera ley, y los súbditos no tendrán obligación de obedecerla. La autoridad de los gobernantes proviene de Dios a través del pueblo, pero, si abusan del poder, se convierten en tiranos. Existe el derecho a deponer al tirano si hay garantía de que no se producirán males mayores. 
 
4. Ley eterna (o ley de Dios), ley natural,y ley positiva.

 
Si la esencia de todos los entes que han existido, existen o existirán, ha sido pensada por Dios antes de ser creados, en último término, la razón de ser de todo lo creado ha de ser buscada en su creador. Esa razón de ser con la que
Dios gobierna el mundo que ha creado se llama ley eterna, de la que participan las criaturas mediante la ley natural (que las dota de una naturaleza propia y de unas inclinaciones específicas).

4.1. La ley natural.

¿Cómo podemos conocer qué ha pensado Dios (ley eterna) al pensar las esencias de las criaturas a las que luego ha añadido la existencia al crearlas? 


Es evidente que no podemos conocer los pensamientos de Dios, salvo lo que él mismo ha revelado en la Sagrada Escritura, que se acepta por la fe. 

Pero también podemos conocer racionalmente parte de esa ley eterna, de esos pensamientos de Dios para sus criaturas, analizando a las propias criaturas. Ya que entre ellas y su creador hay una relación analógica, en parte se parecen y por lo tanto hay en ellas un reflejo de lo que Dios quiere para ellas. A esa presencia de la ley eterna en sus criaturas (que se puede conocer analizando racionalmente la esencia de esas criaturas), se la llama ley natural. 

¿Qué tendencias naturales podemos deducir analizando la naturaleza humana?

a) La lucha por la supervivencia.

Por el hecho de existir como (ente: esencia+existencia), como sustancia, además de esencia tenemos existencia. La tendencia natural nos llevará a  conservar esa existencia, a que no se descomponga el ente (compuesto de esencia y existencia). Esta tendencia natural es tan importante, que la principal obligación de todo estado es defender la supervivencia de sus ciudadanos.

b) La reproducción y cuidado de la familia.

Si analizamos la esencia del ente que somos, vemos que somos animales racionales. Como animales, tendemos a reproducirnos, es decir, a conservar la existencia en nuestros hijos más allá de nuestra muerte. Por eso es tan importante la obligación del estado por proteger a la familia.

c) La búsqueda de la verdad.

Como racionales, tenemos la capacidad de conocer la verdad. Por eso la educación es una tarea fundamental del estado para garantizar el bien común.

d) La vida en sociedad.

Dotados como estamos de palabra para discutir con los demás lo que es bueno o malo, justo o injusto, somos sociables por naturaleza. De ahí que el estado, como forma del cuerpo social, deberá organizar a la sociedad con vistas al bien común.

e) La búsqueda del bien y de la justicia (bien común).

Dentro de esa tarea social de la palabra que discute sobre lo bueno y lo malo, aparece la ley natural fundamental de toda la ética, que el bien ha de hacerse y el mal ha de evitarse. De la misma manera que en la razón teórica la ley fundamental es el principio de no contradicción, en la razón practica (ética y política), el principio fundamental es esa ley que pretende buscar el bien y la justicia y evitar el mal y la injusticia. De ahí que si el gobernante promueve el mal y la injusticia puede ser depuesto.

Todas estas tendencias naturales (ley natural) que nos permiten conocer en parte la ley eterna de Dios para los seres humanos, se encuentran presentes de manera imborrable en todos los seres humanos que han existido, existen y existirán.

 4.2. La ley positiva.
Como la ley natural nos descubre que somos sociables por naturaleza, es imprescindible que el estado promulgue leyes para organizar, con vistas al bien común, al cuerpo social de individuos sociables por naturaleza. A esas leyes que concretan y prolongan la ley natural se las llama leyes positivas. Sean cuales sean esas leyes, tienen la obligación de promover y de no ir contra ninguna de las tendencias naturales:

-Leyes a favor de la conservación de la existencia de los entes humanos.

- Leyes a favor de la familia (como entes cuya esencia animal es la de reproducirse).

- Leyes a favor del conocimiento (como animales).

- Leyes a favor del bien y de la justicia (dotados como estamos de palabra, somos por naturaleza sujetos éticos y políticos).

5. Contexto medieval de las relaciones de la Iglesia y el poder civil.

Como hemos dicho, el ser humano no se agota en sus tendencias naturales como ente cuya esencia es "animal racional". No se agota en su ley natural. Además es hijo de Dios y por lo tanto la ley eterna incluye para cada ser humano una dimensión sobrenatural. Por eso el Estado no es una sociedad perfecta, porque no puede atender a esa dimensión sobrenatural del ser humano. Es necesaria otra sociedad dispuesta por Dios para responder a esa dimensión religiosa del ser humano: la Iglesia. Por lo tanto, nos encontramos que en la sociedad conviven dos tipos de comunidad: el Estado y la Iglesia. Aunque cada una tiene sus propias finalidades, y en ello cada una es autónoma, sin embargo, como pasaba en las relaciones entre razón y fe, hay situaciones que comparten. Ese punto de intersección se conoce como el problema de las relaciones entre la Iglesia y el Estado.


Esas relaciones, en el contexto de la edad media, están llenas de conflictos puesto que el poder civil pretende entrar en la parcela de la Iglesia y la Iglesia en la del poder civil. Estas pueden ser las referencias más destacables de esa disputa:

5.1. Agustinismo político.
 

Ya san Agustín había planteado la dualidad de las “dos ciudades”. Sin embargo, el llamado agustinismo político no se encuentra en sus escritos, sino en el de los papas Gelasio (siglo V) y Gregorio Magno (siglo VII). Significa una absorción del orden natural dentro del orden sobrenatural, y del Estado dentro de la Iglesia. Y una concepción “ministerial” del poder temporal: “El reino terrenal está al servicio del reino de los cielos” (Gregorio Magno).

5.2. Lucha de las investiduras.

 En el siglo XI el poder del Papado se encuentra debilitado (lucha de las investiduras). Gregorio VII –el monje Hildebrando- acomete la reforma en 1073, y en 1075 los Dictatus Papae: primacía del Papa en la Iglesia, poder de deponer a los emperadores y de eximir a los súbditos de la fidelidad a los reyes (en 1076 es excomulgado y depuesto Enrique IV). Gregorio VII afirma que “la dignidad sacerdotal está por encima de la dignidad real”. Y Pedro Damián (siglo XI) desarrolla esta imagen: el emperador es como el hijo, la autoridad paterna pertenece al Papa.


5.3. La teoría de las dos espadas.

 
En los siglos XII y XIII el poder de los reyes se fortalece progresivamente, apoyándose en gran parte de la burguesía de las ciudades, enemiga del feudalismo y del poder eclesiástico, y siempre favorable a acoger las herejías que pretendían abolir la jerarquía eclesiástica. Pero en esta época el Papado alcanza su máximo esplendor. Bernardo de Claraval formula entonces la teoría de las dos espadas: “La espada espiritual y la espada material pertenecen a la Iglesia; pero ésta debe empuñarse para la Iglesia, y aquélla por la Iglesia; una está en manos del sacerdote; la otra, en manos del soldado, pero a las órdenes del sacerdote y bajo el mando del Emperador”.
 

En este contexto, la doctrina de Tomás de Aquino representa una postura bastante más flexible.

6. Las relaciones Iglesia-Estado en santo Tomás de Aquino.
La relación entre la Iglesia y el Estado es semejante a la que existe entre la fe y la razón: aunque la razón y el Estado tengan su campo propio, ambos están al servicio de la fe y la Iglesia.

6.1. Subordinación del Estado a la Iglesia.

 a) La Iglesia supervisa que las leyes positivas que aprueba el estado fomenten y no vayan contra la ley natural, que seria lo mismo que ir contra la ley de Dios. Por ejemplo, que el estado apruebe leyes positivas que vayan contra la familia o contra la verdad, etc.

b) Además, dada la falta de autosuficiencia de la política para dotar a los ciudadanos de todo lo que necesitan para su realización sobrenatural, la Iglesia tiene una misión superior, que consistirá en dotar de los medios sobrenaturales necesarios para la salvación (los sacramentos). La salvación eterna, la visión de Dios, siempre será más importante que cualquier otra finalidad temporal.



6.2. Independencia relativa del Estado en lo que se refiere al bien común.
  
Reconoce la independencia del Estado en lo que se refiere al bien común (natural).Es decir, el Estado tiene todos los medios necesarios para promover con leyes positivas las tendencias naturales que podemos encontrar en los seres humanos: supervivencia, reproducción, verdad, bien común.


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