jueves, 31 de enero de 2019

Maquiavelo: política y sociedad. (Moderna).


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1469-1527


1.“El príncipe” y los “Discursos”.


2. El método y la definición de la política como ciencia independiente.


a) Realismo político.


b) Búsqueda de regularidades.


c) Acotación del campo político.


3. El Estado.


3.1. La concepción maquiaveliana del Estado.


a) El animal político.


b) La religión y el Estado.


c) Estado nacional.


- Combatir el poder de la nobleza.


- Instaurar un ejército nacional.


d) Soberanía.


3.2. Tipos de gobierno y ley de desarrollo de los Estado.


a) Tipos de gobierno.


- Del principado a la tiranía.


- De la tiranía a la aristocracia y de ésta a la oligarquía.


- De la oligarquía a la democracia y de ésta a la anarquía.


- De la anarquía al principado.


b) La potencia para durar del gobierno mixto.


3.3. El príncipe nuevo.


a) El poder como fin.


b) Cualidades que le permitirán al príncipe hacerse con el poder: la fortuna, la "virtú", crueldad, astucia y prudencia.


- La fortuna.


- La “virtú”.


- Crueldad y astucia.


- La prudencia.


1.“El príncipe” y los “Discursos”.


Lo fundamental de la doctrina política de Maquiavelo está recogido en dos de sus obras: "El príncipe" (escrito en 1513 pero publicado póstumamente en 1531), y los "Discursos sobre la primera década de Tito Livio" (1512-1517). El problema es que en estas dos obras parecen defenderse cosas contradictorias.
- "El príncipe" pertenece a la tradición del subgénero “espejo de príncipes”, obras escritas como guía para los gobernantes. La obra está dedicada a Lorenzo de Medici, nieto del papa León X y capitán general de los florentinos.  Está expuesto como un manual de estrategia política en el que Maquiavelo (a partir de las lecciones sacadas de sus conocimientos de historia antigua y de sus propias experiencias) explica, a aquel "príncipe nuevo" que quiera escucharle, cuáles son las técnicas más eficaces para instaurar un Estado, hacerse con el poder, o conservarlo, prescindiendo de toda consideración moral o religiosa.
- En los "Discursos", por el contrario, se defiende una república de ciudadanos libres e iguales.
Pues bien, la única forma de conciliar las tesis defendidas en ambos escritos es suponer que el "ideal" político de Maquiavelo es el que aparece recogido en los "Discursos", mientras que "El príncipe" estaría pensado para aquellas situaciones extremas en las que impera la anarquía y la corrupción de la comunidad política (tal como, según Maquiavelo, sucedía con la Florencia y la Italia de su época). En tales situaciones ni siquiera existe, propiamente hablando una comunidad política, sino un grupo informe de individuos. Solo hay vulgo, no ciudadanos.
Por eso, lo prioritario es regenerar la república, darle un orden y una estabilidad, instaurar la comunidad política como tal. Pero tal labor no puede ser llevada a cabo por la comunidad, por el vulgo, precisamente por hallarse sumida en la corrupción. Por lo que tendrá que ser llevada a cabo por una fuerza externa, por un príncipe nuevo, poseedor de una gran "virtú" y/o fortuna.
2. El método y la definición de la política como ciencia independiente.
Maquiavelo se enfrenta con los fenómenos políticos con la actitud propia de un científico, y no, como era usual  hasta entonces, de un ideólogo, un moralista o un teólogo. Esta actitud científica viene caracterizada por los siguientes rasgos:
a) Realismo político.
Maquiavelo toma a los fenómenos políticos, y al comportamiento humano que está en su base, tal como son, y no como, acaso, deberían ser. Para Maquiavelo, gobernar es hacer una valoración interesada de los perjuicios y beneficios que pueden ocasionar las decisiones con un objetivo fundamental: mantener el Estado a salvo de toda posible amenaza. Por ello los consejeros, para ser útiles a su príncipe, deben asumir cómo son las cosas y no teorizar sobre mundos ideales que difícilmente pueden materializarse.
Maquiavelo no quiere imaginar un mundo ideal, sino atenerse a la realidad política, por cruel que sea. Se llama realismo político a la teoría política que no se plantea la legitimidad del poder, o la moralidad de la política, sin que tiene como fin un asunto absolutamente pragmático: cómo construir un Estado y dotarlo de permanencia, esto es, cómo conservar su poder.
b) Búsqueda de regularidades.
Toda ciencia aspira a explicar la realidad y a predecir fenómenos futuros propios de su campo de actuación con objeto de poder dominarlos y manipularlos. Pero tal cosa es posible si los fenómenos analizados responden a ciertas regularidades, a ciertas leyes. Ciñéndonos al campo político, se trata de descubrir las regularidades que gobiernan el comportamiento de los individuos y de los Estados.
c) Acotación del campo político.
Una ciencia necesita también acotar su propio campo de estudio. Pues bien, el realismo con el que Maquiavelo se enfrenta con los fenómenos políticos, realismo que le lleva a encararse con dichos fenómenos con rigor y una crudeza desconocidos hasta entonces, le permite diferenciar lo específico del campo político de otros campos (el moral, el religioso) con los que era frecuente confundirlo. ¿Y de qué trata lo político? ¿Cuál es su campo específico? Pues del poder y del Estado. Esto es, trata de cómo instaurar una comunidad política, un Estado, de cómo dotarla de estabilidad y permanencia y, lo que va enteramente ligado a lo anterior, de cómo obtener el poder y conservarlo.
3. El Estado.
3.1. La concepción maquiaveliana del Estado.
a) El animal político.
Para Maquiavelo, al igual que para el pensamiento antiguo (Platón y Aristóteles) el ser humano solo se realiza como tal en el seno de la comunidad política (república, reino, principado, Estado). Es en el seno de la comunidad donde los individuos, el vulgo, alcanzan a ser ciudadanos, donde nace el sentido de la justicia y el orden moral.
b) La religión y el Estado.
Esta concepción de la comunidad política, del Estado, le lleva a enfrentarse con la escolástica medieval. Para el pensamiento ético-político escolástico la vida humana no se agota en el orden natural, sino que tiene una dimensión trascendente, está orientada a la salvación.  Por ello en el Estado no se alcanzan los fines últimos, no se agota en él el sentido de la vida humana. Por eso el Estado debe someterse, o al menos ajustarse, a los fines superiores, trascendentes, de la Iglesia. Maquiavelo niega toda trascendencia a la vida humana. El sentido de la vida es inmanente al mundo, o para ser más precisos, es inmanente al orden sublunar.
Esto no significa que Maquiavelo rechace la religión, por el contrario cree que la religión es útil, y aún necesaria, para el hombre. Pero la religión debe estar subordinada a los fines políticos, la religión debe funcionar (tal como sucedía en Grecia y la Roma precristiana) como una institución del Estado.
c) Estado nacional.
En el Renacimiento comienza a consolidarse una nueva forma de organización política: el Estado nacional. España y Francia, son las abanderadas de esta nueva forma de organización. De hecho, el objetivo de su obra “El príncipe” es contribuir a la reconquista y unificación de Italia bajo mando florentino. El Estado (entendido como institución) es la expresión de la comunidad nacional. En defensa de esta concepción del Estado, Maquiavelo cree necesario (tal como lo hicieron los reyes de España y Francia):
- Combatir el poder de la nobleza.
La nobleza se mueve por intereses parciales (son intereses de casta que raramente coinciden con el bien común), y son transnacionales (al ser intereses de casta es más fácil que coincidan con los de sus iguales de otras naciones que con los de sus propios conciudadanos). Además la nobleza debe su posición a la herencia y no a la virtud.
- Instaurar un ejército nacional.
Solo un ejército nacional puede sentirse comprometido en la defensa de la comunidad política. Por el contrario, los ejércitos de mercenarios (abundantes en la Italia de la época) actúan en función de la paga, y no son, por lo tanto, fiables.
d) Soberanía.
El Estado es, pues, el lugar de realización del ser humano, del ciudadano. Por eso no hay nada superior al Estado; el Estado no debe estar subordinado a nada fuera de sí mismo, debe ser soberano. A tal fin debe procurarse los medios (económicos y militares) que le hagan autónomo, no dependiente.
3.2. Tipos de gobierno y ley de desarrollo de los Estado.
a) Tipos de gobierno.
Siguiendo a Aristóteles, Maquiavelo clasifica los tipos de gobierno posibles en tres buenos (principado, aristocracia y democracia), que degeneran, inevitablemente en tres malos (tiranía, oligarquía y anarquía).
El proceso es el siguiente:
- Del principado a la tiranía.
Las comunidades políticas suelen organizarse, en un principio, en torno al individuo más valeroso o más fuerte. En el seno de la comunidad ya organizada surgen las nociones morales, la noción de lo justo y lo injusto, por lo que, finalmente los ciudadanos eligen para jefe o príncipe al que consideran más justo y prudente. Pero los herederos de tales príncipes no conservan las virtudes de sus antepasados, por lo que, para mantenerse en el poder, se ven obligados a someter a los ciudadanos por el temor, naciendo así la tiranía.
- De la tiranía a la aristocracia y de ésta a la oligarquía.
Esto lleva a la sublevación de los mejores, de los más nobles, ricos y justos, que son los primeros en considerar insoportable este estado de cosas, instaurando una aristocracia. Pero los sucesores de estos aristócratas ya no poseen la virtud de sus antepasados, sino que se mueven por sus ambiciones personales, dejando de lado el bien común, y dando paso, así a la oligarquía.
- De la oligarquía a la democracia y de ésta a la anarquía.
Llega un momento en que la multitud cansada de tropelías depone a los oligarcas instaurando una democracia. Pero en las generaciones posteriores, olvidadas ya las circunstancias que les condujeron a donde están, cada uno defiende lo suyo, generando reyertas continuas, y se instaura la anarquía.
- De la anarquía al principado.
Finalmente la situación se hace tan insostenible que deciden elegir, o seguir, a algún hombre bueno instaurándose de nuevo el principado. Así comienza de nuevo el ciclo, salvo que, a lo largo del proceso, el Estado desaparezca absorbido o destruido por otro.
 b) La potencia para durar del gobierno mixto.
 En “El príncipe”, Maquiavelo se ocupa de un asunto puramente práctico, mecánica de gobierno, no de la legitimidad del gobierno, sino de la técnica para construir un Estado y dotarlo de potencia para durar. Pero estos tipos de gobierno que hemos expuesto, tanto los buenos como los malos, son, efímeros, poco sólidos. Por ello Maquiavelo considera que es mejor (más sólido y duradero) un gobierno mixto de principado, aristocracia y democracia. Tal era la forma de gobierno de la República romana, a la que Maquiavelo pone como modelo de organización política. En el gobierno de Roma podemos encontrar, efectivamente:
- Los cónsules, que ejercían un papel similar al de los reyes o príncipes.
- Los senadores, cuyo papel era el propio de una aristocracia.
- Y los tribunos de la plebe, que defendían los intereses del pueblo.
3.3. El príncipe nuevo.
 a) El poder como fin.
 "El príncipe" es una obra dirigida a un príncipe nuevo en la que se le muestran las mejores técnicas para conquistar el poder y mantenerse en él. El poder se convierte aquí en un fin en sí mismo, al servicio del cual se ponen todo tipo de estrategias sin reparar en límites morales, religiosos o de cualquier otra índole. Tales enseñanzas están sacadas del comportamiento real de los dirigentes políticos del pasado o del presente y expuestas con toda crudeza.
 Pese a que tales estrategias están sacadas, en muchos casos, de acontecimientos de la antigüedad, pueden ser válidas para cualquier época porque hay cierta regularidad en el comportamiento humano cuando es sometido a unas circunstancias similares. (Así la ambición, el deseo de gloria, el temor, etc., son los mismos en la república romana y en nuestros días).
 b) Cualidades que le permitirán al príncipe hacerse con el poder: la fortuna, la "virtú", crueldad, astucia y prudencia.
Son los conocimientos, las cualidades, el carácter, las habilidades, etc., del príncipe para alanzar su verdadero objetivo: mantenerse en el poder. Flexibilidad, adaptación a los medios, manejo de los tiempos, mezcla de inteligencia, fortaleza, sagacidad, astucia, audacia y valor.
- La fortuna.
Maquiavelo considera que la fortuna (esto es, la suerte el azar, el destino) rige en gran medida las acciones humanas y la historia. Es, pues, un factor a tener en cuenta para el triunfo de un príncipe en sus empeños.
- La “virtú”.
Pero no existiría la libertad humana si todo dependiese de la fortuna. Maquiavelo cree, por el contrario, que, al menos en gran parte, nuestro destino nos lo labramos nosotros mismos. Y aquí es donde interviene la "virtú" (=virtud). Es esencial para un príncipe que aspira a conquistar, instaurar y, en todo caso, gobernar, un Estado que posea una gran dosis de virtud. Pero por virtud no entiende Maquiavelo lo que viene siendo tradicional en el pensamiento cristiano, ni siquiera platónico o aristotélico. El concepto de virtud en Maquiavelo tiene semejanza con el concepto griego arcaico de "areté". Por virtud entiende algo así como potencia, energía, impulso a la acción. Pero impulso controlado (que se contrapone al mero furor), acompañado de habilidad y destreza.
Para Maquiavelo, Marco Aurelio fue ejemplo de emperador virtuoso, heredero del trono, que no fue ni odiado por el pueblo ni despreciado por el ejército. Y Severo es un ejemplo de emperador nuevo temido y respetado por todos, que actuó como “un feroz león y un zorro muy astuto”.
-         Crueldad y astucia.
Pero si la "virtú" es una cualidad puramente humana el príncipe ha de tener en cuenta que hay una parte de naturaleza bestial en el ser humano. Maquiavelo parte de la idea que los humanos, por naturaleza, son malos. En esa parte bestial el príncipe debe tener algo de león feroz y algo de zorro astuto. Como tales debe ser diestro en el manejo de la fuerza (hasta el extremo de emplear la crueldad si es necesario) y de la astucia (debe manejar el arte de la simulación, debe estar dispuesto a faltar a su palabra, etc.). Un príncipe que acaba de llegar al poder no debe evitar la crueldad. Y ha de tener valor para tomar decisiones o afrontar situaciones difíciles, comprometidas y arriesgadas.
-         La prudencia.
El gobernante debe ser prudente, debe ser sensato,  distinguir y elegir lo más adecuado. Debe juzgar cómo protegerse de sus enemigos y ganarse amigos; debe hacer uso tanto de la fuerza como del engaño, ser amado y temido por el pueblo, seguido y respetado por los soldados; debe saber poner en práctica los medios necesarios para alcanzar el fin que se persigue: conservar el Estado y su poder.
 Como hemos visto el mensaje que transmite el príncipe parece estar en contradicción con la defensa del ideal republicano, patriótico e igualitario que defiende en otros sitios. Tal contradicción se resuelve, sin embargo, si tenemos en cuenta que, dado que el ser humano solo se realiza como tal en el seno de la comunidad política cuando esta no existe, cuando reina en ella la corrupción, cualquier medio es válido para instaurarla.

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