Locke rechazaba las "ideas innatas" cartesianas y afirmaba que, antes de la experiencia, el entendimiento se encuentra vacío como una hoja en blanco o como una tabla rasa. No hay ideas innatas ni en el plano teorético ni en el práctico o moral. Las cualidades sensibles de los objetos son transmitidas a la mente a través de los sentidos. Ésta es la primera fuente del conocimiento, la sensación o experiencia externa. La segunda fuente del conocimiento es la reflexión, o experiencia interna, que es la percepción que la mente tiene de su propia actividad mental.
Como para Descartes, para Locke, idea es "todo conenido de la mente"; sin embargo, el empirista inglés sitúa la cuestión de la validez de las ideas, en el psicologismo, esto es, en los fenómenos psíquicos que se producen en una mente que es "una página en blanco". Las idesas proceden únicamente de la experiencia, de manea que no existen, como heos dicho, ideas innatas, y solo existen cuando son pensadas. Las ideas pueden ser de sensación o de reflexión y simples o compuestas.
Las cualidades sensibles son de dos tipos:
- Cualidades primarias (extensión, figura, solidez, etc.) que se captan por varios sentidos a la vez y corresponden a realidades materiales objetivas.
- Cualidades secundarias (color, sabor, sonido, etc.), captadas por un solo sentido y relativas a la condición del sujeto, de manera que son subjetivas.
Resumen del fragmento:
Las ideas que tenemos son o simples o compuestas. Es evidente que aunque las cualidades que afectan a nuestros sentidos están unidas en las cosas, a la mente le llegan simples y sin mezcla. Las ideas simples son perfectamente distintas. Nada hay más evidente que las percepciones claras y distintas de esas ideas simles. Los materiales de nuestro conocimiento son las ideas simples que le son proporcionadas a la mente por la sensación o por la reflexión. El entendimiento tiene capacidad de repetirlas, compararlas y unirlas y formas ideas complejas.
Sin embargo, el entendimiento:
- Ni puede inventar ideas simples que no procedan de esas dos vías.
No es posible imaginar el sabor de algo que no se ha probado, el olor de lo que no se ha olido, etc. No es posible, pues, imaginar cualidades en los cuerpos que no nos hayan sido transmitidas por alguno de los cinco sentidos. Si nos faltaran alguno de esos sentidos, las cualidades que conocemos por él nos serían tan desconocidas como ahora lo son las que conoceríamos a través de un sexto, séptimo u octavo sentido que no tenemos. La opinion común es que el hombre solo tiene cinco sentidos, pero quizá pueda tener más, aunque en ambas suposiciones los argumentos expuestos aquí son igual de válidos.
- Ni puede destruir las que ya están en la mente.
Es concebible que en otros lugares del universo haya otros seres inteligentes con capacidades distintas y para nosotros inimaginables.
LIBRO II
CAPÍTULO 2 De las ideas simples.
§ 1. Apariencias no compuestas.
Para entender mejor la naturaleza, el modo y el alcance de
nuestro conocimiento, es de observarse cuidadosamente una circunstancia respecto
a las ideas que tenemos, y es que algunas de ellas son simples y algunas son
complejas. Aun cuando las cualidades que afectan a nuestros sentidos están, en las
cosas mismas, tan unidas y mezcladas que no hay separación o distancia entre ellas,
con todo, es llano que las ideas que esas cualidades producen en la mente le llegan,
por vía de los sentidos, simples y sin mezcla. Porque si bien es cierto que la
vista y el tacto toman frecuentemente del mismo objeto y al mismo tiempo ideas diferentes,
como cuando un hombre ve a un tiempo el movimiento y el color, y cuando la mano
siente la suavidad y el calor de un mismo trozo de cera, sin embargo, las ideas
simples así unidas en un mismo objeto son tan perfectamente distintas como las
que llegan por diferentes sentidos. La frialdad y la dureza, que un hombre siente
en un pedazo de hielo, son, en la mente, ideas tan distintas como el aroma y la
blancura de un lirio, o como el sabor del azúcar y el aroma de una rosa. Y nada
hay más llano para un hombre que la percepción clara y distinta que tiene de
esas ideas simples; las cuales, siendo cada una en sí misma no compuesta, no
contienen nada en sí, sino una apariencia o concepción uniforme en la mente,
que no puede ser distinguida en ideas diferentes.
§ 2. La mente no puede ni hacerlas ni destruirlas.
Estas ideas simples, los materiales de todo nuestro conocimiento, le son sugeridas y proporcionadas a la mente por sóloesas dos vías arriba mencionadas, a saber: sensación y reflexión. Una vez que
el entendimiento está provisto de esas ideas simples tiene el poder de repetirlas, compararlas y unirlas en una variedad casi infinita, de
tal manera que puede formar a su gusto nuevas ideas complejas. Empero, el más
elevado ingenio o el entendimiento más amplio, cualquiera que sea la agilidad o
variedad de su pensamiento, no tiene el poder de inventar o idear en la mente
ninguna idea simple nueva que no proceda de las vías antes mencionadas; ni
tampoco le es dable a ninguna fuerza del entendimiento destruir las que ya están
allí; ya que el imperio que tiene el hombre en este pequeño mundo de su propio
entendimiento se asemeja mucho al que tiene respecto al gran mundo de las cosas
visibles, donde su poder, como quiera que esté dirigido por el arte y la
habilidad, no va más allá de componer y dividir los materiales que están al
alcance de su mano; pero es impotente para hacer la más mínima partícula de
materia nueva, o para destruir un solo átomo de lo que ya está en ser. Igual
incapacidad encontrará en sí mismo todo aquel que se ponga a modelar en su
entendimiento cualquier idea simple que no haya recibido por sus sentidos,
procedente de objetos externos, o por la reflexión que haga sobre las operaciones de su propia mente acerca de ellas. Y
yo quisiera que alguien tratase de imaginar un sabor jamás probado por su paladar, o de formarse la idea de un aroma nunca antes olido; y cuando pueda
hacer esto, yo concluiré también que un ciego tiene ideas de los colores, y que un sordo tiene nociones distintas y verdaderas de los sonidos.
§ 3. Sólo son imaginables las cualidades que afectan a los sentidos.
Ésta es la razón por la
cual, aunque no podamos creer que sea imposible para Dios hacer una criatura
con otros órganos y más vías que le comuniquen a su entendimiento la noticia de
cosas corpóreas, además de esas cinco, según usualmente se cuentan, con que
dotó al hombre, por esa razón pienso, sin embargo, que no es posible para nadie
imaginarse otras cualidades en los cuerpos, como quiera que estén constituidos, de las cuales se pueda tener
noticia, fuera de sonidos, gustos, olores y cualidades visibles y tangibles. Y
si la humanidad hubiese sido dotada de tan sólo cuatro sentidos, entonces, las
cualidades que son el objeto del quinto sentido estarían tan alejadas de
nuestra noticia, de nuestra imaginación y de nuestra concepción, como pueden estarlo ahora las que pudieran pertenecer a un sexto, séptimo u octavo
sentidos, y de los cuales no podría decirse, sin gran presunción, si algunas otras
criaturas no los tienen en alguna otra parte de este dilatado y maravilloso
universo. Quien no tenga la arrogancia de colocarse a sí mismo en la cima de todas
las cosas, sino que considere la inmensidad de este edificio y la gran variedad que se encuentra en esta pequeña e inconsiderable
parte suya que le es familiar, quizá se vea inclinado a pensar que en otras mansiones
del universo puede haber otros y distintos seres inteligentes, de cuyas
facultades tiene tan poco conocimiento o sospecha, como pueda tenerlo una
polilla encerrada en la gaveta de un armario, de los sentidos o entendimiento de un hombre, ya que semejante variedad y
excelencia convienen a la sabiduría y poder del Hacedor. Aquí he seguido la
opinión común de tener el hombre solamente cinco sentidos, aunque, quizá,
puedan con justicia contarse más; pero ambas suposiciones sirven por igual a mi
actual propósito de la misma forma.
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