lunes, 30 de enero de 2017

8. La inteligencia.

PIAGET

La inteligencia humana es la capacidad de:

- Aprender de la experiencia.
- Resolver problemas.
- Adaptarse al medio.

Enfoques en el estudio de la inteligencia:

1. Enfoques diferencial y psicométrico: observan las diferencias que existen entre las personas por medio del cociente intelectual (análisis factorial) de cada sujeto.

El psicólogo francés Alfred Binet desarrolló el primer test de inteligencia en 1905 para predecir el rendimiento escolar. En 1912 William Stern propuso la primera fórmula de cociente intelectual: rendimiento medio en esa edad (edad mental) dividido por la edad cronológica y multiplicado por cien. Hoy en día se utilizan la Escala de Stanford-Biet y la Escala de Wechsler para Adultos (WAIS-R). La primera mide la capacidad verbal, el razonamiento numérico, el razonamiento abstracto y la memoria a corto plazo. La segunda añade, además, actividades para armar objetos pequeños y secuencias de imágenes para ordenar lógicamente.

Para el análisis diferencial de la distribución del cociente intelectual entre la población, los resultados psicométricos se suelen representar por medio de una campana de Gauss. La mayoría se halla dentro del grupo de los "normales" (la barriga de la curva), y los dos extremos (retardados y geniales) son muy reducidos.

2. Enfoque cognitivo: estudia las estructuras y los procesos mentales de información de la actividad inteligente.

Robert Stemberg sostiene que la conducta inteligente depende del funcionamiento de tres aspectos relacionados: el individuo y su mundo interior (inteligencia analítica); la experiencia del sujeto para afrontar nuevas situaciones (inteligencia creativa) y los contextos donde se pone a prueba (inteligencia práctica).

3. Enfoque evolutivo y constructivista: la inteligencia no es innata ni se adquiere en bloque. Se produce por la interacción de factores genéticos y ambientales como cualquier otro rasgo físico o psicológico. Los procesos cognitivos van madurando, se van construyendo esquemas mentales, gracias
al desarrollo biológico del organismo del individuo, al aprendizaje y a la experiencia.

 Jean Piaget distingue cuatro estadios en la evolución intelectual de una persona a lo largo de su vida:

- Inteligencia sensorio-motriz (0-2 años): el niño conoce el medio físico y social mediante el uso de sistemas sensoriales (la visión y la audición) y motrices (el uso de la boca y la mano para explorar el mundo). El niño de dos años entiende que los seres humanos siguen existiendo aunque estén ausentes  de la escena, y pueden realizar actos inteligentes como tirar del mantel de una mesa para acercar un objeto (distingue medios y fines).

- Inteligencia preoperativa (2 a 6-7 años): aparece el pensamiento representativo (palabras e imágenes). Comienza con la imitación (de gestos y movimientos), el juego, el dibujo. El lenguaje le permite reconstruir acciones pasadas en forma de relato y anticipar el futuro mediante la representación mental y el diálogo consigo mismo. Su pensamiento es animista (concibe las cosas como si estuvieran vivas) y egocéntrico (capta una situación solo desde su punto de vista).

- Operaciones concretas (7-11 años) con objetos que percibe y manipula. Utiliza el esquema de pensamiento de las conservaciones: puede modelar una bola con plastilina; antes de los siete años cree que (con respecto a la otra) se ha modificado la cantidad de materia, el peso y el volumen; hacia los siete años admite la constancia de la materia; a los nueve, la conservación del peso; y a los once, la del volumen.

- Operaciones formales (12-16 años). Los adolescentes logran desprenderse de los objetos inmediatos para razonar sobre lo abstracto y lo posible. Ya no basan sus pensamientos en las experiencias reales, sino que diseñan planes para resolver problemas utilizando el razonamiento condicional ("si... entonces..."). Y aunque la hipótesis no se cumpla, es capaz de deducir las consecuencias que se derivan de ella.

4. Enfoque biológico: estudia las bases biológicas (anatomía, fisiología) de la inteligencia. ¿La inteligencia se hereda o se debe a factores ambientales? Richard Hermstein y Charles Murray consideran que el cociente intelectual se mantiene estable durante la vida de una persona y es hereditario en más de un 40% y en menos de un 80%. Los ambientalistas en cambio consideran que la inteligencia no se hereda como el color de losojos, sino que es producto de la interacción herencia-ambiente. Por ejemplo, entre 1930 y 1950, las diferencias entre hombres y mujeres en CI eran muy significativas; sin embargo, en 1980 (cuando el sexismo, el racismo y la exclusión social eran menos imortantes) no existían tales diferencias.


2º de BACHILLERATO. IES VILLABLANCA. PSICOLOGÍA. 7.2.17 Nombre y apellidos:
1ª Indica la edad y el estadio de evolución intelectual (esquema cognitivo) al que pertenecen cada uno de estos niños (0,25 cada uno):
a)       Habla a menudo consigo mismo.
b)       Elabora hipótesis y es capaz de deducir las consecuencias que se derivan de ellas.
c)        Entiende que los seres humanos siguen existiendo aunque estén ausentes de la escena.
d)       Al hacer figuras diferentes con la misma cantidad de plastilina admite la constancia en la cantidad de plastilina.
2ª Cita cinco características del pensamiento onírico (inconsciente), según Freud.
3ª Cita y describe las cuatro fases del sueño.
4ª Pensamiento y deseo.
5ª Cita y explica cuatro distorsiones cognitivas.
6ª Cita y critica cuatro creencias falsas sobre la memoria.
7ª La memoria a largo plazo.
8ª Define con brevedad y precisión el significado p sicológico de los siguientes conceptos (0,25 cada uno):
a)       Emergentismo
b)       Condensación (mecanismo de elaboración de los sueños).
c)        Psicometría.
d)       Persistencia.
9ª Texto de José Luis Pardo: Fragmentos de una enciclopedia.
“Y esto hace que el conocimiento de la verdad, adquirido de las enseñanza cuyas maestras titulares son las cosas mismas no sea tan tranquilizador y confortable como lo es el que viene de la educación, que nos reafirma en nuestras cálidas certezas. Así, paradójicamente, mientras que la educación es coactiva pero cuenta con la complicidad de los coaccionados, la enseñanza es libre (no hay ninguna presión de la comunidad para adquirirla), pero esa libertad –la libertad de encaminarse hacia la verdad, de abrirse a ella, de estar dispuesto a dejarse decir cosas por parte de las cosas –es difícil por dos razones. La primera es que exige de nosotros un esfuerzo: no podemos adaptar ni asimila a nosotros las cosas que se trata de conocer, precisamente porque lo único que nos estimula para querer es que son otras que nosotros, que son ajenas, distintas, diferentes, y por tanto somos nosotros quienes debemos de adaptarnos y acomodarnos para llegar a entender algo de esa extrañeza en que consiste su modo de ser. Si anulamos esa distancia y esa distinción, anulamos el conocimiento mismo. La segunda razón es que, si llegamos a descubrir las leyes que rigen las estructuras de aquellas cosas que buscamos conocer, es decir, si alcanzamos alguna verdad sobre ellas, esa verdad, como ya hemos señalado, no tiene por qué ser para nosotros consoladora o confortable, sino  que, por tratarse de una verdad indiferente a nuestros deseos y expectativas, puede a menudo resultarnos amarga y terrible.”
Se citan dos razones que hacen que la enseñanza sea difícil.
A)     Valora la primera desde el aprendizaje por asimilación del modelo cognitivo de Ausubel. (1)

B)      Valora la segunda desde alguna de las teorías conductistas del aprendizaje. (1)
 

viernes, 27 de enero de 2017

2. El problema filosófico del conocimiento.

¿Qué es la epistemología?

La disciplina filosófica que se ocupa del conocimiento. Aunque "epistemología" suele usarse para referirse al conocimiento científico, suele ser, sin embargo, un término sinónimo de "gnoseología".

¿Qué estudia la epistemología?

- Las facultades o herramientas del conocimiento: la razón y los sentidos.
- Posiciones epistemológicas sobre las facultades de conocimiento: racionalismo, empirismo, criticismo.
- Métodos: cartesiano, trascendental, dialéctico y fenomenológico.
- Grados de conocimiento: ignorancia, duda, opinión, creencia y saber.
- Tipos de conocimiento: según las facultades (sensible y racional) y según su objetivo (teórico y práctico).
- Tipos de verdad: correspondencia, coherencia, éxito.
- Criterios para identificar la verdad: autoridad, consenso, utilidad, evidencia empírica, evidencia racional, coherencia
- Los límites del conocimiento: realismo e idealismo; relativismo y perspectivismo; dogmatismo y escepticismo.

Herramientas o facultades del conocimiento (Punto 1.2.)

- Qué son: son las capacidades que el ser humano utiliza para producir conocimiento.
- Cuáles son: la razón y los sentidos.
- A qué tipo de conocimiento da lugar cada una de ellas: los sentidos dan lugar al conocimiento sensible y la razón al conocimiento racional.

El proceso del conocimiento: el conocimiento sensible y el conocimiento racional y sus componentes (Punto 1.3.).

El conocimiento sensible:

- Para qué sirve: para mantenernos al tanto de lo que ocurre a nuestro alrededor.
- De qué se compone: de sensaciones y percepciones.
- Qué se le critica (sobre todo desde el racionalismo): la facilidad con la que los sentidos son engañados o la posibilidad de que interpretemos erróneamente las sensaciones al construir las percepciones.
- A qué se debe esa crítica: las sensaciones, por sí solas, no aportan información hasta que no son interpretadas por nuestros esquemas cognitivos. A esa interpretación la llamamos percepción. No nos equivocamos al sentir, sino al interpretar lo que sentimos (percepción).

El conocimiento racional:

- Su relación con la esencia humana: sólo los seres humanos producimos conocimiento racional. Por ejemplo, Aristóteles define la esencia del ser humano como "animal racional". Donde "animal" es el género (lo que compartimos con los demás animales: el conocimiento sensible) y "racional" es la especie, lo que nos hace especiales o distintos de los demás animales: la razón.
- Cómo se produce: mediante un proceso de abstracción (el paso de la inducción -acumulación de experiencias- a la generalización)
- De qué se compone: de conceptos, juicios y razonamientos.
- Qué se le critica (sobre todo desde el empirismo): el conocimiento racional solo es legítimo cuando trabaja con los datos proporcionados por los sentidos y no va más allá de ellos. Cuando no respeta estas limitaciones, el conocimiento racional es "especulación", delirio, superstición... La razón a duras penas se resiste a no superar estos límites.

 5ª Los componentes del conocimiento sensitivo y del conocimiento racional: cítalos y pon un ejemplo de cada uno de esos componentes.

a) Componentes del conocimiento sensitivo.

- Sensaciones: el estímulo físico (onda sonora) que al llegar al oído y se transforma en  un impulso nervioso biológico.

- Percepciones: el cerebro interpreta psicológicamente ese impulso como el ruido que hace una hoja de otoño caída en el suelo cuando la pisamos.

b) Componentes del conocimiento racional.

- Conceptos: la palabra que le ponemos a la percepción del ruido. En este caso "crujido".

- Juicios, frases, enunciados, proposiciones, oraciones: el crujido de las hojas es agradable.

- Razonamientos: de varios juicios deducimos otro (si... entonces). Si las hojas crujen al pisarlas es que estamos en otoño.

La epistemología kantiana (Punto 1.4.): el criticismo (qué toma y qué deja del empirismo y del racionalismo, respectivamente):

- Qué toma y qué deja del empirismo: toma que todo conocimiento comienza por la experiencia; pero no acepta que no puede ir más allá de ella, puesto que la razón pone estructuras que no están en la experiencia (como nuestra capacidad de construir conceptos, juicios y razonamientos).

- Qué toma y qué deja del racionalismo: no acepta el conocimiento que se construye al margen de la experiencia; pero sí acepta que el sujeto pone unas estructuras que no proceden la experiencia y que permiten elaborar conceptos, juicios y razonamientos.

Indica cuál es la característica más importante del método de conocimiento de Kant: el método trascendental (o criticismo). Hazlo indicando cómo su método sintetiza el racionalismo y el empirismo.

Kant, siguiendo al empirismo, considera que todo conocimiento comienza por la experiencia. Sin embargo, siguiendo al racionalismo, el conocimiento no se puede construir sin las aportaciones de la razón (elabora conceptos, juicios y razonamientos). Ni la experiencia ni la razón tienen la última palabra. Ambas colaboran para construir el objeto de conocimiento. La experiencia por sí sola es ciega (sensaciones que no representan nada para nosotros: lo que comemos no alimenta antes de ser digerido). Y la razón por sí sola está vacía (estructuras para conocer sin nada que conocer: el sistema digestivo no nos alimenta si no comemos). En cambio, cuando sensaciones y estructuras se sintetizan, entonces se construye el objeto de conocimiento que sí significa algo para nosotros (los alimentos digeridos por el sistema digestivo: los nutrientes).

Posiciones filosóficas (epistemológicas) sobre las facultades cognoscitivas:

- Cítalas: racionalismo, empirismo y criticismo (epistemología kantiana).

- Describe en qué consiste cada una de ellas. Para el racionalismo el único conocimiento verdadero es el conocimiento racional, que procede de la razón, que es lo mejor que hay en nosotros (nuestra esencia). Para el empirismo el conocimiento debe partir de los sentidos y no ir más allá de ellos. Hay que limitar la tendencia de la razón a salirse de los límites de la experiencia y comenzar a especular. Y el criticismo de Kant, síntesis de racionalismo y empirismo, considera que el único conocimiento válido es el que parte de la experiencia, pero también reconoce el papel que tiene la razón para hacer que la información que aportan los sentidos sea un conocimiento humano. O dicho de otro modo: la razón pone las facultades que nos permiten comprender lo que experimentamos.

El propio Kant utiliza la "metáfora de la paloma" para explicar la función de la razón en el conocimiento (página 49).

Concepto y grados de conocimiento (punto 1.1.).

Define con brevedad y precisión el significado filosófico de los siguientes conceptos (antes de definir cada uno, comienza por indicar un sinónimo de cada concepto). Están ordenados en grados de mayor a menor compromiso con la verdad:

- Saber: conocimiento objetivo, certeza. Conocimiento basado en una demostración pública.
- Creencia: confianza objetiva. Conocimiento basado en la confianza en algo externo al sujeto (en un objeto).
- Opinión: confianza subjetiva. Conocimiento basado en la confianza en algo interno del sujeto (razonamiento, sentimiento, etc).
- Duda: incertidumbre, desconcierto. Desconocimiento basado en el intento por alcanzar una certeza. Desconocimiento con conocimiento de causa.
- Ignorancia: desconocimiento. Desconocimiento culpable por miedo o pereza.

10ª Relaciona los métodos de conocimiento con los grados de conocimiento.

Un método (en griego "methodo" significa camino) de conocimiento es el procedimiento que me permite pasar de la ignorancia al saber. El "camino" que me permite pasar del menor grado de conocimiento al máximo grado de conocimiento.

Ahora bien, hay distintos caminos, distintos métodos de conocimiento, por los que hacer ese tránsito de la ignorancia al saber.

11ª Ámbitos en que puede dividirse nuestro conocimiento. Dos criterios:

- Según las facultades cognoscitivas que empleemos: conocimiento sensible (facultad: los sentidos) y conocimiento racional (facultad: la razón).

- Según la aplicación de ese conocimiento, su finalidad, su objetivo, su utilidad: conocimiento teórico y conocimiento práctico.

La verdad (Punto 2):

12. Sinónimos y antónimos de la verdad en el ámbito de la realidad y del conocimiento, respectivamente.

- En el ámbito de la realidad: la verdad como autenticidad (las cosas son lo que parecen: apariencia y realidad coinciden) vs apariencia (las cosas no son lo que parecen: la realidad se esconde tras la apariencia). ¿Nos podemos fiar de las apariencias?

- En el ámbito del conocimiento: falsedad (un predicado que no se corresponde con el sujeto) vs verdad (un predicado que se corresponde con el sujeto).

13. Criterios para identificar la verdad en el ámbito del conocimiento: cítalos y defínelos brevemente.

¿Cómo sabemos que un enunciado es verdadero? Criterios posibles:

- Argumento de autoridad: coincide con lo que han afirmado personas o instituciones infalibles (o que saben más que la mayoría).

- Consenso: aquello que un sujeto racional bien informado aceptaría com tal.

- Correspondencia (utilidad y evidencia empírica): la adecuación entre lo que se dice y lo que pasa en la realidad. La correspondencia se da en la utilidad: si al poner en práctica lo que se afirma es beneficioso o útil y nos permite actuar con éxito. La correspondencia se da también en la evidencia empírica: si resulta corroborado por los datos obtenidos a partir de la experiencia sensible acumulada.

- Evidencia racional: si a nuestra razón le resulta imposible dudar de él.

- Coherencia: si no entra en contradicción con el resto de enunciados ya aceptados por el sistema.

Los límites del conocimiento (Punto 3).

14. El problema del objeto de conocimiento: ¿qué conocemos cuando conocemos? 

- Realismo: cuando conocemos algo, conocemos la realidad. El sujeto conoce directamente la realidad sin que la conciencia imponga ningún tipo de orden a los objetos que conoce. El sujeto, al conocer, se deja traspasar por la realidad sin modificarla y, de ese modo, capta su esencia.

- Idealismo: cuando conocemos algo, conocemos nuestras ideas. No conocemos directamente la realidad, sino solo una representación mental de ella.

15. El conocimiento humano, ¿tiene límites? (Página 93).

- Relativismo: el límite del conocimiento se encuentra en "el depende", en las circunstancias de cada caso. El conocimiento siempre es subjetivo, parcial. Hay tantas verdades sobre algo como circunstancias. La verdad siempre es subjetiva y por tanto puede haber tantas verdades como sujetos diferentes.

- Perspectivismo: el conocimiento no tiene límites. Si pudiéramos tener todas las perspectivas que se pueden tener sobre algo que queremos conocer, como las piezas de un puzzle, conoceríamos de verdad ese algo. Sí existe la verdad absoluta pero no es accesible a ningún individuo aislado.

16. ¿Podemos saber algo de algo? 

- Dogmatismo: podemos saberlo todo y estar seguros de ello.

- Escepticismo: nunca podemos estar seguros de ninguno de nuestros conocimientos.

17. Consideraciones sobre el método y la "minoría de edad culpable".

¿Dónde hay un tutor? ¿Dónde está el especialista o el turorial? La preocupación por el método es urgente. Pero no como tránsito para pasar de la ignorancia al saber. Sino como posibilidad de permanecer en la ignorancia pero sin pagar el precio que ésta entraña: no me pierdo nada por ser ignorante. Esto es posible porque hay otro que sabe por mí, de quien consumo su saber, pero que una vez "metabolizados" sus consejos de experto, me deja tan ignorante como antes aunque con la sensación de haber accedido a lo que la sabiduría me habría permitido. Un ejemplo: el gps del móvil es capaz de llevarme al lugar al que quiero ir sin que sea capaz de saber cómo ir. Nunca dejo de ser ignorante respecto a saber cómo ir a mi destino, pero eso no me impide llegar a mi destino. El GPS, el tutorial, el tutor, no me saca de mi minoría de edad culpable, de mi ignorancia, pero eso no me impide disfrutar de lo que la sabiduría sobre tal o cual asunto me permitiría obtener. Tutoriales, cursos, expertos, métodos para todo. Productos de consumo que sin dejar de ser ignorante me permiten vivir como si no lo fuera.

José Luis Pardo: Correspondencias.

"Para mí, desde luego, las nuevas tecnologías son un instrumento maravilloso, pero también una ocasión infinita para la distracción y la dispersión. La dificultad para leer a Hegel, o para tocar el violín, sigue siendo hoy la misma que ayer: requiere de una formación, de una disciplina y de un entrenamiento que la tecnología por sí misma no proporciona. Lo que lo hace cada vez más difícil no es la tecnología, sino acaso la ilusión de que la tecnología podría resolver esas dificultades como una varita mágica, sustituyendo el conocimiento por la información (en muchos casos "información-basura") o por el cotilleo. El problema es el modo como las instituciones educativas están utilizando la coartada de las nuevas tecnologías para imponer una enseñanza cada vez más desarticulada y desarticulada, al servicio de intereses espurios que ni siquiera son siempre los de un supuesto 'mercado de trabajo'".

martes, 24 de enero de 2017

4. Lógica, retórica y argumentación (2ev).


El concepto de la semana

¿Qué es un diálogo? Escuchando los rumores que circulan por las calles, podríamos llegar a creer que se trata de un ungüento amarillo capaz de solucionar los más enconados problemas: desde la violencia doméstica al terrorismo de masas, desde los conflictos laborales hasta las guerras, pasando por los aprietos conyugales o paterno-filiales, las crisis económicas y políticas y las querellas vecinales, se alude generalizadamente a este término-fetiche como a un talismán apaciguador y curativo de eficacia semejante a la que alguna vez Philip Marlowe le atribuyó al güisqui con soda; como, por otra parte, la reproducción masiva y ya monótona de esta retórica del diálogo no parece disminuir un ápice las dificultades contra las cuales se receta, la exhortación acaba siendo causa del desprestigio del fármaco: llegamos pronto a la conclusión, a menudo tácita, de que el diálogo “no sirve para nada”,  dando así en los hechos la razón a quienes desde el principio decidieron prescindir de ella en favor de tratamientos más contundentes. Nada de esto sucede, desde luego, por culpa del diálogo sino que, como todos los términos afectados por un prejuicio positivo, este sufre una particular erosión y es objeto de una gran confusión: se utiliza a menudo perversamente para encubrir intenciones que nada tienen que ver con él, como las de negociar, amenazar, extorsionar o amedrentar y, debido a sus resonancias agradables, y también aparece con frecuencia como sinónimo de “consenso” o del más castizo “hablando se entiende la gente” (que, al igual que todas las fórmulas de su estirpe, sólo es cierto a veces, pues hablando la gente también se insulta, se difama, se desprecia o se miente).
En la acepción en la que Platón lo elevó a modelo de la actividad filosófica, el diálogo es aquella operación mediante la cual se intenta, y en el mejor de los casos se logra, que algo verdadero comparezca a través del lógos, es decir, en el espacio creado por ese tipo de palabra que aspira al fin —aparentemente tan sencillo pero realmente tan difícil— de incrementar nuestro conocimiento, de decir acerca de algo una verdad que aún no sabíamos, de hacer que esa verdad se muestre mediante la palabra. El lugar así emplazado sólo puede ser el espacio público, o sea el foro, porque sólo en él —a diferencia de lo que sucede en los espacios privados dominados por los intereses estratégicos, o en los espacios comunitarios habitados por los dioses locales y las mudas pasiones preciviles— quienes hablan y escuchan quedan elevados a la dignidad de individuos libres. La libertad en cuestión lo es aquí en el doble sentido de liberación de las ataduras pre-racionales del grupo y de capacidad para asentir a la verdad y negarse a la falsedad, incluso aunque la primera nos perjudique o la segunda nos convenga. El diálogo, por tanto, no se reduce a un simple “intercambio de opiniones” en el que cada cual da solamente el equivalente de lo que recibe, o a una pugna entre rivales en la que uno trata de imponer al otro un esquema de argumentación que conduce forzosamente a la conclusión que le interesa; se asemeja más bien a un viaje, a una salida, a una exposición a una clase de espacio en donde se corre el riesgo de perder la propia opinión, no en beneficio de la ajena, sino simplemente de la verdad de la cosa misma en pos de la cual se va. 
Y también fue Platón quien ejemplificó esta salida en la celebérrima alegoría de la caverna, señalando con claridad que esa liberación de las ataduras es algo que nadie puede lograr por sí solo, algo para lo que es indispensable que haya otro. Porque aprender a dialogar no es sino aprender a ocupar el lugar de otro y, de ese modo, a ampliar los horizontes de significado de cada una de las palabras que decimos, incluso y sobre todo de la palabra “yo”. No se trata, por tanto, tampoco del simple “escuchar al otro”, por muy beneficiosa que esta experiencia pueda ser, sino, como alguien dijo, de aprender a escuchar a la razón misma en la voz que habla de otra manera, con otro acento y desde otra experiencia y, por esta vía, de lograr una amplitud de miras que nadie podría alcanzar solo y de fomentar la auténtica libertad de pensamiento, que nunca puede ser un fenómeno privado.  Sólo cuando se ha conocido el verdadero diálogo, que lleva a cada uno más allá de su “yo”, puede en verdad pensarse libremente, es decir, puede el alma “dialogar consigo misma” como si lo hiciera con otro. Como en la narración platónica, es el otro quien nos libera de las cadenas de nuestros prejuicios y nuestros cálculos, quien nos otorga el poder de decir la verdad libremente en el mismo momento en que nosotros le reconocemos como un igual y garantizamos la libertad de su palabra poniéndonos en su lugar cada vez que la tomamos. Hay diálogo —más que negociación, coacción o comercio— cuando no hablamos con otro desde nuestra identidad o nuestro cuartel general para tantear las concesiones que podemos arrancarle o el terreno que nos veremos obligados a cederle, cuando hemos salido de ese cuartel para colocarnos en el medio, en el foro, en el lugar de cualquier otro en donde ya no podemos recurrir, para argumentar, a la complicidad de “los nuestros” o a la antipatía implícita hacia “los otros”.

 Y, finalmente, “diálogo” no es sinónimo de “acuerdo”. Para empezar, porque diálogo implica necesariamente ser dos, un dos que no puede resolverse en uno, que comporta una pluralidad irreducible por tratarse, como ya hemos dicho, de algo que para uno solo resulta imposible. Pero, sobre todo, porque podemos imaginar muchas situaciones —por ejemplo, un consenso entre ladrones— en las cuales dos se ponen de acuerdo acerca de algo sin que ello tenga nada que ver con la verdad ni con la libertad. No es cuestión, en el diálogo, de ponerse de acuerdo con otro sino con la cosa de la que se habla, puesto que si no se habla de nada, si aquello de lo que hablamos importa menos que los tratos a los que podamos llegar, si estamos dispuestos a hacer violencia a las cosas con tal de alcanzar un arreglo, entonces da igual lo que digamos y los pactos que firmemos, puesto que nuestras palabras estarán tan huecas como las manos de quienes pretenden apresar el aire. Un diálogo puede ofrecer ciertos resultados y llegar a conclusiones, pero importa ante todo por la creación de este espacio de apertura capaz de liberarnos de las estrecheces de nuestras propias y múltiples cavernas y de proporcionarnos el valor de enunciar y de escuchar ideas nuevas aptas para hacernos progresar, ideas para cuya exposición y discusión civil, a pesar de lo que pudiéramos pensar llevados de las creencias más comunes, no existen demasiados escenarios en unas sociedades como las nuestras, obligadas a una especialización profesional, científica y cultural cada vez más estricta y atravesadas por legítimos conflictos de intereses sociales, económicos y políticos. El diálogo, en sí mismo, no produce soluciones ni ofrece respuestas definitivas, más bien hace aflorar preguntas y plantea problemas. Pero, sin negar la necesidad inaplazable que todos tenemos de respuestas y de soluciones, no está probado que podamos darnos por satisfechos con ellas. La determinación de cuáles son exactamente los problemas que se nos plantean y las preguntas que nos hacemos, más allá de las premuras y de las solicitaciones que nos atraviesan en el tráfago de las ocupaciones y preocupaciones diarias, es en todos los sentidos al menos tan urgente y decisiva como la construcción de soluciones y respuestas para ellos, y la elaboración deliberada de estos problemas forma parte de las responsabilidades del auténtico ciudadano.



José Luis Pardo  El concepto de la semana: fármaco.

"Admitamos, por tanto, que cuando Thamus, en el texto de Platón, dice “fármacon”, no podemos estar seguros de si eso significa veneno o remedio (y cualquier traducción es traicionera), porque Thamus, por ser una divinidad solar, es capaz de hablar en dos sentidos a la vez. Ahora bien, Teuth, que aunque tenga algo de divino es una divinidad muy menor, ya no puede. Cuando presenta a Thamus la escritura como fármaco, está claro que él ya ha optado, ya ha elegido o ha dividio, ha reducido la ambigüedad decidiéndose por la parte “remedio” y haciendo abstracción de la parte “veneno”. En eso, los traductores de Platón no se equivocan. Thamus, por tanto, puede muy bien pasarse sin la escritura, pero no es el mismo caso el de Sócrates (que se ve obligado a distinguir entre una escritura buena y otra mala, en lugar de rechazar aristocráticamente la escritura en bloque, así como se ve obligado siempre a distinguir entre la esencia y la apariencia, en lugar de rechazar en bloque las apariencias y quedarse sólo con la esencia): él no es capaz de soportar la ambigüedad, o sea, no es capaz de decir palabras en dos sentidos a la vez, no es capaz de contradecirse. Ningún mortal lo es. Se pueden decir palabras contradictorias (de hecho, todas las palabras lo son en cierto modo), lo que no puede hacerse es pensar, mediante esas palabras, pensar en dos sentidos contrarios a la vez. Ningún mortal puede. Un signo escrito —por ejemplo, “fármacon”— puede descifrarse como “remedio” o como “veneno”, pero no como veneno y remedio al mismo tiempo. Puedes tomarte un fármaco. Te puede remediar un día. Otro día, el mismo fármaco te puede envenenar. O puede ser que el mismo día el mismo fármaco te remedie y te envenene, pero te remediará en un sentido (por ejemplo, te calmará el dolor de cabeza) y te envenenará en otro (por ejemplo, te hará polvo el estómago), lo que no puede ser es que al mismo tiempo te cure y te agrave el dolor de cabeza. No si eres mortal. Por eso, porque es mortal, Sócrates no puede expulsar la escritura sino solamente dividirla. Como Edipo yendo hacia Tebas, él también está a medio camino en busca de su origen; como a Edipo, un oráculo le ha dicho algo incomprensible (en su caso, que es el más sabio de los hombres); como Edipo, hace todo lo posible por refutar al oráculo (en su caso, buscar desesperadamente a un hombre sabio); y, como Edipo, acabará por encontrar a quien busca cuando se encuentre a sí mismo, pero eso —en el Fedro— aún no ha sucedido. Los mortales no pueden hacer otra cosa más que intentar reducir la ambigüedad. No pueden evitar el tener que tomar fármacos para remediar sus males (por ejemplo, el tener que hablar o escribir para entenderse), pero tampoco pueden evitar envenenarse con ellos más tarde o más temprano (para la mortalidad no hay ningún remedio definitivo, como no sea el veneno que tomó el propio Sócrates en el Fedón). Los mortales no pueden evitar tomar fármacos y, precisamente por eso, para ellos lo fundamental es dividir: no dejar de tomar venenos (aunque ya sabemos que el gasto farmacéutico es terrible), porque eso no es posible, pero sí al menos intentar no tomar los venenos por remedios ni viceversa."


José Luis Pardo: El concepto de la semana: secreto.

Do you want to know a secret? no significa ¿Quieres saber un secreto?, como apresuradamente pensaron los Mustang, encargados de desgraciar la susodicha canción en su versión castellana. . Significa ¿Quieres que te cuente un secreto?, ante todo porque los secretos no se saben, los secretos se guardan o se cuentan, y a menudo el contarlos es una forma de guardarlos: se lo cuentas a otro para que te lo guarde). De manera que la pregunta ¿Quieres que te cuente un secreto? equivale a la pregunta: ¿me guardas un secreto? Y ambas preguntas son preguntas retóricas. Es decir, es difícil imaginarse una respuesta negativa a esas preguntas (¿Quieres que te cuente un secreto? ¿me guardas un secreto?), ya que quien las hace presupone en su alocutario la pertenencia al mismo pathos en el que se encuentra inmerso el locutor, el que aúna el placer de contar con el placer de descubrir algo oculto, y se supone que nadie querría renunciar a ese doble placer. Pero, por otra parte, ¿no se dice que si se cuenta un secreto ya deja de serlo (o, como cantan con mucha más contundencia The Pierces, que dos no pueden guardar un secreto a menos que uno de los dos esté muerto.)? Esta es la que podríamos llamar la paradoja del secreto: si se cuenta, ya no lo es propiamente hablando, porque ha perdido su condición de oculto o de no-revelado, pero si no se cuenta no llega en realidad a serlo. 
El contenido del secreto es algo que alguien oculta a alguien durante cierto tiempo (de manera que en esto del secreto no hay sólo el ocultador y lo ocultado, sino también aquel a quien se oculta lo que se oculta), de forma que lo que se le oculta a alguno o algunos puede ser perfectamente manifiesto a otro u otros. “Llevo seis meses acostándome con tu marido”, “No te lo he dicho antes porque sabía que te sentaría mal”—: evidentemente, lo sabía ya tu marido, además de mí, lo sabía el conserje del hotel donde nos encontrábamos los viernes por la tarde, lo sabía el niño del chiste de Máximo, lo sabía seguramente el padre del niño, la madre de la novia, el médico del hospital que la atendió cuando dio a luz, etc., etc., etc., para todos ellos no era un secreto. Esto no quiere decir que no haya casos extremos, es decir, secretos cuyo contenido conoce solamente quien los ha guardado (sin jamás compartirlos) y que no se pueden averiguar de ninguna otra manera, y que además se mantienen en secreto de por vida. Pongamos, por ejemplo, el caso de alguien cuyo secreto es que el único momento de amor intenso de toda su vida fue cuando tenía trece años y su vecino del tercero le invitó al cine, y que desde entonces hasta ahora los treintaycinco años transcurridos han sido un simple marchitarse, un simple vegetar y sobrevivir, sin que ni su familia, ni su pareja, ni sus hijos ni su trabajo o su profesión hayan conseguido interesarle de una manera ni siquiera aproximadamente parecida a lo sentido aquella tarde de cine  sin que su vecino del tercero, por supuesto, llegase nunca a enterarse de nada. Pongamos que alguien mantiene guardado sin contárselo a nadie este secreto. Entendemos los motivos por los que alguien querría guardar un secreto así (a lo mejor le sentaba mal a su pareja, a sus hijos, a sus compañeros de trabajo, a sus amigos).  O bien, por tomar un ejemplo que incluya elementos “objetivos”, pensemos en alguien que ha mantenido toda su vida en secreto que fue él el asesino del tío Benito, aquel crimen que nunca llegó a esclarecerse, y supongamos que no queda prueba alguna del asunto. También aquí entendemos los motivos por los que alguien mantendría algo así en secreto: no solamente es que su familia, sus amigos o sus compañeros de trabajo podrían sentir algún rechazo hacia su persona si se enteran de que es un asesino, sino que además la policía podría sentir algún interés por reabrir el caso y buscarle las cosquillas. De todas maneras, en estos dos casos, si los llevamos verdaderamente al extremo, es decir, si dejamos que los dos sujetos de referencia se lleven sus respectivos secretos a la tumba, tendremos un problema. Si, como antes hemos dicho, el contenido de un secreto es por su propia naturaleza algo que puede ser ocultado y revelado, tendremos que convenir en que el secreto deja de serlo cuando su portador muere, porque  —si no hay ningún documento que pueda salir a la luz propiciando su revelación—, desde ese momento ya no puede ser revelado y, por tanto, ya no es secreto. Lo es sólo hasta el último aliento de quien lo guarda, hasta el último momento de su vida, pero no después (naturalmente, está el asunto tan novelesco de que alguien pueda descubrir, mucho después, que en realidad aquella mujer nunca estuvo enamorada de su esposo o que aquel probo funcionario fue en realidad el asesino del tío Benito, pero esto sólo puede suceder si la hipótesis de la que hemos partido es falsa, o sea, si el sujeto no es el único que sabe lo ocurrido en su corazón o en el solar del tío Benito).  Por este motivo enunciábamos la paradoja del secreto diciendo que si no se cuenta no está claro que lo sea. Es más,  en estos casos extremos la cosa es tan peliaguda que, incluso aunque nos imaginásemos a uno de esos dos sujetos confesando a otro su secreto en un momento dado —si realmente sus palabras son el único testimonio de la verdad de los acontecimientos—, nada les impediría a ambos decir al día siguiente a sus interlocutores que lo que contaron ayer era mentira, que lo hicieron solamente por darse importancia o para ofender. Y esta declaración tendría que ser necesariamente igual de creíble que la anterior y literalmente contraria.

José Luis Pardo. IN OTHER WORDSn

"Los animales no están “privados de palabra” porque nunca la han tenido ni han podido tenerla. Los tontos de Velázquez, sin embargo, tienen palabra en el perverso modo de estar privados de ella, de haberse quedado en los bordes mismos del discurso, pero conservan una relación esencial con la palabra, que está presente en su voz como hueco, como falta, como ausencia. No es la mera voz animal, sino la voz al borde de la palabra de una animalidad específicamente humana, perfectamente distinguible de la del resto de los animales, porque es la voz de uno a quien le es esencial estar dotado de palabra.

 Ese lugar, situado al otro lado del confín de la palabra humana, es para nosotros el más extraño de todos los lugares, no solamente aquel en donde habitan los que han perdido la palabra, sino el paisaje hacia el cual vemos partir a quienes nos abandonan, el paisaje en el cual vemos perderse a quienes caen por la borda del discurso y se debaten en ese océano de voces sin palabra, cuando ya han dejado de hablarnos o aún no han empezado a hacerlo, aunque aún nos miren y giman o se muevan. Su mirada perdida, extraviada como la que habita en los ojos de Nietzsche en esas espantosas fotos y dibujos posteriores a la pérdida del juicio, el latido aterrador de ese cuerpo envuelto en camisones blancos, vivo todavía pero ya a salvo de todo cuanto los demás hombres puedan hacer por él, a salvo incluso de su compasión, su mirada y su voz al borde de la palabra son la mirada y la voz de los que se están hundiendo, de los que se están ahogando irremediablemente, de aquellos por quienes ya no podemos hacer nada y que se van hacia el fondo con lo que Cernuda llamaba la ligereza de los ahogados.

 Pálido entre las ondas cada vez más opacas
 El ahogado ligero se pierde ciegamente
 En el fondo nocturno como un astro apagado.
 Hacia lo lejos, sí, hacia el aire sin nombre.

 Pero ese lugar no es únicamente el aire sin nombre hacia donde vemos que se nos escapan todos aquellos a quienes perdemos, el lugar hacia donde también un día nosotros habremos de viajar, el lugar hacia el cual viajamos sin cesar y sin conciencia de hacerlo, el abismo por cuyos bordes caminamos como sin verlo; ése es, también y sobre todo, el lugar de donde venimos, aunque de él no podamos guardar recuerdo alguno, precisamente porque está más allá de la palabra, allí donde en el principio era sólo la voz, la voz al borde de la palabra. En esas experiencias –la falta de palabra de los moribundos o de los “tontos”– no sentimos nada “del otro lado”, “del otro confín” más que, si acaso, nuestra imposibilidad de visitarlo, de imaginarlo, de concebir siquiera cómo podría ser esa vida “al borde de la palabra”, en el filo de una voz asomada a un abismo del que sabe que no regresará nunca hecha palabra, del que ni siquiera puede pensar el regreso, un lugar de donde nadie vuelve para contarlo (pues quienes podrían contarlo no vuelven, y quienes vuelven no pueden contar nada)."

John Stuart Mill. El utilitarismo. Un sistema de la lógica.

 "Si se me pregunta qué entiendo por diferencia de calidad en los placeres, o qué hace a un placer más valioso que otro, simplemente en cuanto placer, a no ser que sea su mayor cantidad, sólo existe una única posible respuesta. De entre dos placeres, si hay uno al que todos, o casi todos los que han experimentado ambos, conceden una decidida preferencia, independientemente de todo sentimiento de obligación moral para preferirlo, ése es el placer más deseable. Si aquellos que están familiarizados con ambos colocan a uno de los dos tan por encima del otro que lo prefieren, aun sabiendo que va acompañado de mayor cantidad de molestias, y no lo cambiarían por cantidad alguna que pudieran experimentar del otro placer, está justificado que asignemos al goce preferido una superioridad de calidad que exceda de tal modo al valor de la cantidad como para que ésta sea, en comparación, de muy poca importancia"

Alejandro Tomasini Bassols.

"No hay modalidad de trabajo en filosofía que no exija una gran seriedad y que no implique una inmensa responsabilidad por parte de quien aspira a participar en la gran labor colectiva que es la actividad filosófica profesional. Ello incluye a quienes vierten un texto clásico a un idioma distinto del original. Hablar de responsabilidades implica enumerar una serie de condiciones. El traductor responsable es quien pasa dichos exámenes, esto es, quien satisface las condiciones de que se trate. ¿Qué condiciones son esas? Desde luego, «conocer» el idioma del cual se traduce. Nadie discutirá este punto. Ahora bien, esta condición, siendo necesaria, dista muchísimo de ser suficiente. ¿Qué otras condiciones han de cumplirse? Una esencial, es que el traductor conozca su propio idioma. Es obvio que la mera fluidez en el lenguaje oral no basta para garantizar elegancia y belleza literarias. Una tercera condición sine qua non, para tener el derecho moral de atreverse a traducir una obra de valor universal, es saber de lo que está traduciéndose. El mero conocimiento del idioma no sirve de gran cosa si el potencial traductor no es una persona versada en los temas del texto por traducir. Alguien puede jactarse de saber chino, pero si no sabe nada de marxismo, la traducción que haga de un escrito de Mao podría resultar simplemente ininteligible. Cuarta y última condición: realizar un tremendo esfuerzo por entregarle al lector de la versión traducida un texto que recoja y refleje, hasta donde ello sea factible, la originalidad, la claridad y la belleza del original." 

https://elpais.com/elpais/2017/10/11/ciencia/1507710258_597095.html?id_externo_rsoc=FB_CM

José Luis Pardo. Correspondencias.

"Como sabes, querida Sandra, Theodor W. Adorno se refirió en cierta ocasión a una reunión mantenida por algunos escritores anti-intelectualistas alemanes a principios de la década de 1920, de la que había nacido un nutrido grupo —los “auténticos”— que, durante los años siguientes, se impusieron por todas partes gracias a una “ideología alemana” dominante; una ideología que, sin embargo, no se amparaba ni concretaba en ninguna doctrina; de ella decía espléndidamente Adorno: «ha resbalado hasta el lenguaje»; es ese mismo lenguaje —y no las presuntas “ideas” transmitidas a través de él, pues en la mayoría de los casos tales ideas sólo brillan por su ausencia— lo que «es de hecho ideología», y es su simple repetición lo que produce efectos ideológicos mucho más eficaces y duraderos que los intentos de exhortación persuasiva dotados de algún contenido argumental."


José Luis Pardo. Correspondencias.

"Querida Sandra:  si quieres que te diga la verdad, no creo demasiado en la contraposición entre “filósofos urbanistas atroces y aprovechados” y “pensadores de la ciudad desinteresados” (encuentro entre ambos grupos muchas más concomitancias que diferencias). De todos mis libros, seguramente es en La intimidad en donde más me he explicado acerca de cuestiones relacionadas con lo que me preguntas. En ese texto, yo usaba la pareja “significado explícito/sentido implícito” para considerar lo que tú llamarías, en bloque, “el problema del Sentido”. Y si de algo me dejó convencido la escritura de este libro es de que ambos aspectos (significado explícito y sentido implícito o, en tus términos, significación y sentido) son (i) mutuamente irreductibles y (ii) completamente inseparables. Cuando te oigo hablar (no sólo a ti, claro está) de un “sentido desnudo de significación”, pienso inmediatamente en la idea de un lenguaje que fuera todo sentido implícito y nada significado explícito. Desde luego, se me ocurren algunos candidatos para llenar esa definición: por ejemplo, el llanto de un niño recién nacido o las palabras de un tirano. El llanto de un niño tiene mucho sentido (implícito), pero ningún significado explícito, de ahí la desesperación de los padres cuando lo escuchan, que no saben si expresa una enfermedad que puede conducir a una muerte inminente o un simple capricho abusivo (porque esos dos extremos son posibles, y también toda la gama de matices que se extiende entre ellos); se podría, desde luego, poner como ejemplo también la voz o la expresión de las bestias, que a ciertas personas con especial sensibilidad hacia los animales pueden causarles la misma preocupación o suscitarles idénticas piedad y ternura. Si en la mayoría de los casos no es así quiero decir: si en la mayoría de los casos la expresión de los animales no causa en los humanos la misma inquietud que el llanto de un niño, que Konrad Lorenz consideraba como uno de los ruidos más molestos de la tierra, ello sucede porque los padres preven que alguna vez su hijo llegará a significar (explícitamente) algo, es decir, porque al interpretarlo anticipan el día en que el niño aprenderá a hablar y a comunicar de forma patente las diferencias entre un dolor agudo y un capricho mimoso, lo que prueba que el sentido implícito no se comprende como tal (como sentido implícito) sino porque se pone en relación con el significado explícito, aunque sea anticipándolo. Y esto es lo que ocurre, en el fondo, con las personas que manifiestan especial sensibilidad hacia los animales, que interpretan su expresión a la luz del paradigma del lenguaje humano, que siempre tiene una dimensión explícita irreductible. Allí donde no se da ese contraste (es decir, cuando se quiere pensar solamente en el carácter de los sistemas de comunicación animal), tampoco ocurre la diferencia entre sentido (implícito) y significado (explícito), como lo prueba el hecho de que de esos sistemas de comunicación animal podemos hacernos tanto una imagen de tipo código (es decir, un sistema absolutamente explícito, en donde a cada estímulo corresponde naturalmente una respuesta), como una de tipo “sentimiento” (en donde se trata de una implicitud inexplicitable, como cuando decimos de ciertos animales que “sólo les falta hablar”, lo cual es cierto, lo que sucede es que se trata de una falta bastante importante), es decir, no podemos reconstruir la diferencia entre lo implícito y lo explícito. El caso más dramático lo constituyen, probablemente, esa clase especial de seres humanos que (por algún defecto neurológico o genético: está claro que no me refiero a los mudos ni a los sordomudos, que sólo están privados de voz) están privados de palabra; los sentimientos que hacia ellos experimentamos ya se trate de compasión, miedo o asco no son como los que tenemos ante los animales, porque los animales no están realmente privados de palabra, ya que la palabra no cuenta entre sus posibilidades, sino que denotan un tipo especial de lástima que sólo se hace patente allí donde se descubre que ellos nunca llegarán a hablar, es decir, que se les niega la posibilidad que más propiamente les corresponde. 
De una palabra nos maravilla que puede significar muchas cosas, como de un niño que puede convertirse en muchos adultos distintos. Pero si esos mismos padres supieran o si simplemente sospechasen que ese niño nunca se convertiría en adulto (es decir, nunca llegaría a hablar con sentido y significado), su inquietud se convertiría en miedo, su desesperación en asco y su piedad en pena. En el caso de las palabras del tirano, la razón por la cual sólo pueden llegar a tener sentido implícito (pero no significado explícito) es que, para que exista significado, se requiere un igual que admita ese significado y, al hacerlo públicamente, lo legitime. Como el tirano, por definición, no tiene iguales (porque es por naturaleza superior a sus súbditos), tanto su legitimación como su deslegitimación sólo pueden ser implícitas (a los tiranos no les gusta la justificación argumental de las normas, sino los paseos triunfales, las aclamaciones, los referenda, los sondeos y las cuotas de pantalla), y por ello las palabras de los tiranos son siempre ambiguas nunca se sabe si connotan una complicidad o una amenaza, ya que ellos se encuentran siempre en relaciones (al menos potencialmente destructivas) de intimidad con su pueblo. Naturalmente que la situación puede producirse (y se produce) a la inversa: cuando a alguien (como ha ocurrido en tantas sociedades con las mujeres o los extranjeros) se le niega el derecho a la palabra (explícita), sólo le queda el sentido implícito, la voz, el grito o el susurro. Rousseau, por ejemplo, justificaba su negativa a conceder el derecho de voto a las mujeres porque su lenguaje estaba demasiado cargado de sentido implícito (como el llanto de un niño: cuando decían “no” estaban diciendo implícitamente “sí”, etc.). En cierto sentido, tenía razón, sólo que la causalidad de su argumento debe ser invertida: no es que las mujeres no tuvieran derecho a votar (es decir, a significar explícitamente) porque su lenguaje fuese demasiado ambiguo, es que lo era justamente porque les faltaba el derecho al voto. Así que, cuando alguien defiende un “sentido desnudo de todo significado”, lo que yo me represento es el infierno de una situación de pura intimidad (niños que jamás se hiciesen adultos, tiranos que jamás abandonasen el poder, si es que hay alguna diferencia entre ambas cosas), que no encuentro más deseable que el de un mundo en donde todo fuese explícito."

LÓGICA PROPOSICIONAL (RUSSELL Y WITTGENSTEIN).

Son sinónimos: inferencia, argumento, fórmula, molécula.


Página 167. Ejercicio 13.

a) Es una molécula condicional, cuyo antecedente es una proposición atómica, y el consecuente es una conjunción de dos proposiciones atómicas.

b) Se trata de una molécula conjunción compuesta por una condicional, cuyo antecedente es una proposición atómica y su consecuente también, y una proposición atómica.

c)Es una conjunción formada por una proposición atómica y  una disyunción formada a su vez por 2 proposiciones atómicas

d) Se trata de una molécula disyuntiva formada por una conjunción de dos proposiciones atómicas y por una proposición atómica.

e) Es una molécula bicondicional cuyo antecedente es una proposición atómica negativa y su consecuente es una proposición atómica.

f) Es una molécula bicondicional negada, cuyo antecedente es una proposición atómica y su consecuente también.

Página 169. Describir la forma lógica de las inferencias del recuadro:

a) Conjunción de dos proposiciones atómicas.

b) Es una molécula condicional cuyo antecedente es una proposición atómica y su consecuente, también.

c) Molécula bicondicional cuyo antecedente es una proposición atómica y y cuyo consecuente es una conjunción de dos proposiciones atómicas.

Tablas moleculares: valores de verdad.

Una molécula de conjunción solo es verdadera cuando sus términos son verdaderos a la vez. Y falsa en todas las demás posibilidades.

Una molécula de disyunción solo es falsa cuando sus términos son falsos a la vez. Y verdadera en todas las demás posibilidades.

Una molécula de implicación siempre es verdadera salvo cuando el antecedente es verdadero y el consecuente es falso.

Una molécula de doble implicación es verdadera solo cuando antecedente y consecuente tienen el mismo valor (verdadero o falso). Y es falsa cuando tienen valores distintos.

Dado el siguiente argumento en lenguaje natural, se pide: "La lógica es una ciencia formal y Hume fue un gran empirista",

a) Formalizar.
b) Leer. p y q
c) Describir. Se trata de una molécula conjuntiva compuesta por dos proposiciones atómicas.
d) Calcular la validez de la inferencia utilizando la tabla de verdad.
e) Indicar qué tipo de argumento es. Es una indeterminación.

Formalizar
Leer
Describir
Calcular validez por tabla de verdad
Tipo de argumento

De las siguientes inferencias:

1. Si no eres libre, entonces eres libre.

2. Si eres libre, entonces es falso que no seas libre.

3. Si eres un ser racional y eres libre entonces eres un ser racional y eres libre.

4. Si eres libre y eres racional, entonces eres libre.

5. Si eres libre, entonces eres libre o eres racional.

6. Si eres libre o eres racional y además no eres libre, entonces eres racional.

7. Si eres libre entonces eres racional. Y si eres racional entonces eres libre. Entonces, si y solo si eres eres libre entonces eres racional.

8. "Si Stavroguin cree, no cree que cree. Si no cree, no cree que no cree". Dostoyeski: Los endemoniados (citado por Albert Camus: El mito de Sísifo).

9. Si y solo sí eres libre, eres racional. Entonces, si eres racional, eres libre.

10. No es cierto que si eres libre entonces seas racional.

11. Eres libre. No eres racional o eres un animal.

12. Si eres libre entonces no eres un animal.

13. O amo a Isabel o amo a María. Si amo a Isabel entonces amo a María.

14. Si ni soy libre ni soy racional entonces soy libre o soy un animal.

15. Carlos tendrá que ir al examen o fingirse enfermo. Si va al examen copiará o le suspenderán. Si se finge enfermo, le suspenderán. Pero ha decidido que no copiará ni se fingirá enfermo. Con lo cual suspenderá.

16. Si cae una helada habrá malas cosechas. Cae una helada. Luego, habrá malas cosechas.


LÓGICA Y ORDENADORES.

Una de las aplicaciones más novedosas de la lógica, y más productivas, es la que dio origen a los lenguajes de ordenador.

El lenguaje básico con el que funciona un ordenador, el llamado lenguaje de máquina, es un lenguaje binario que funciona como un lenguaje formalizado. Ahora bien, como la comunicación con el ordenador se haría muy complicada si tuviésemos que dominar un lenguaje formalizado binario, se han construido otra serie de lenguajes intermedios entre el lenguaje natural y el lenguaje de máquina para que la comunicación (programación y transmisión de información) nos sea más fácil. A estos lenguajes se les llama lenguajes de bajo nivel (más parecidos al lenguaje binario) y lenguajes de alto nivel (más parecidos a una lengua natural, normalmente el inglés). Los lenguajes de alto nivel son lenguajes de programación como el Basic, Cobo, Pascal, Fortran, Logo, Prolog, etc.

Pues bien, el ordenador está preparado para traducir la información recibida de alto o bajo nivel a un lenguaje de máquina. Así puede operar.

Simplificando, se puede decir que el lenguaje binario del ordenador funciona como un circuito eléctrico donde solo hay dos valores: circuito abierto = no pasa la electricidad, y circuito cerrado = pasa la electricidad. Si ahora llamamos al circuito abierto F, y al circuito cerrado V, ya estamos en condiciones de ver la similitud entre el lenguaje del ordenador  y el lógico.

Por ejemplo, del mismo modo que p y q es verdadero cuando lo son p y q, el circuito tendrá carga eléctrica cuando ambos interruptores, p y q, estén cerrados.

LÓGICA CLÁSICA: LA LÓGICA ARISTOTÉLICA Y ESCOLÁSTICA.


Lógica
Clásica (Aristóteles y Escolástica)
Proposicional (Filosofía analítica: Russell y Wittgenstein).
Argumento mínimo
El silogismo: dos premisas y una conclusión.
La proposición.
Tipos de proposiciones
Por cantidad (universales o particulares) y cualidad (afirmativas o negativas).
Pueden ser verdaderas o falsas.
Unidad mínima del cálculo
El término (sujeto y predicado de cada proposición).
La proposición.
Tipos de validez
Válido o no válido
Tautología, contradicción, indeterminación.
Número de argumentos válidos
19 modos de silogismo.
Indefinido.



La lógica aristotélica, también llamada lógica clásica, fue desarrollada por Aristóteles y reelaborada por los lógicos escolásticos medievales. La lógica aristotélica analiza el razonamiento deductivo, que es aquel tipo de razonamiento en el que a partir de unas proposiciones dadas (= premisas), se sigue una conclusión de menor generalidad, que, en cierto modo, ya estaba contenida en las premisas.

La diferencia fundamental entre la lógica aristotélica y la lógica proposicional radica en que la lógica aristotélica obtiene sus conclusiones a partir de la relación entre los términos de las proposiciones y no a partir de las relaciones entre las proposiciones. Es decir, si para la lógica proposicional la unidad mínima con la que se trabaja es la proposición, para la lógica aristotélica es el término.

Llamamos términos a los sujetos y predicados de las proposiciones, que designan a un grupo de elementos o cosas. Así en la proposición "Todos los mamíferos son vertebrados", tenemos dos términos: "mamíferos" y "vertebrados".

Tipos de proposiciones que componen un silogismo: cantidad y cualidad.

Dado que la lógica aristotélica no toma a las proposiciones como unidades indisolubles, sino que parte de un análisis de lo que sucede en el interior de las proposiciones, es importante distinguir aquellos rasgos de las proposiciones que afectan a los términos. Es decir, es necesario tener en cuenta los distintos tipos de proposiciones que hay en tanto afectan a la cantidad o cualidad de los elementos que componen los términos.

Así, en cuanto a su cantidad, las proposiciones pueden ser universales (si dicen algo acerca de la totalidad de los elementos que componen un término) o particulares (si dicen algo acerca de sólo algunos de los elementos que componen un término). En cuanto a su cualidad, las proposiciones pueden ser afirmativas (cuando afirman que existe una conexión entre dos términos) o negativas (cuando establecen que no existe una conexión entre dos términos).

Si establecemos una relación entre cantidad y cualidad tenemos los cuatro tipos de proposiciones siguientes (para abreviar, a estos cuatro tipos de proposiciones se les designa con letras mayúsculas A, I, E, O. La A y la I, con las que designamos a las proposiciones afirmativas, se obtienen de las dos primeras vocales del latín AffIrmo y la E y la O, con las que designamos a las negativas, de las dos vocales de nEgO):

A= Universales afirmativas: "Todos los mamíferos son vertebrados".

I= Particulares afirmativas: "Algunos mamíferos son ungulados".

E= Universales negativas: "Ningún mamífero es unicelular".

O= Particulares negativas: "Algunos mamíferos no son terrestres".

Se llama silogismo (palabra griega que significa conexión de logoi, es decir, de razones o enunciados), al razonamiento deductivo en el que a partir de dos premisas se sigue una conclusión. El silogismo es, pues, la unidad mínima de razonamiento (es, como si dijéramos, el razonamiento más simple que se pueda hacer, cualquier otro tipo de razonamiento se puede descomponer en silogismos).

Pero para que un silogismo sea correcto, es decir, para que pueda ser deducida una conclusión a partir de dos premisas, han de cumplirse una serie de reglas que afectan a los elementos que componen la estructura del silogismo. Vamos a ver, pues, la estructura del silogismo y las reglas.

Estructura del silogismo:

La materia del silogismo está compuesta por tres términos y dos premisas.

Los términos son designados con los siguientes nombres:

1. Término menor: es el que hace de sujeto de la conclusión. Ha de aparecer en una premisa. (Se designa con una "S").

2. Término mayor: es el que hace de predicado de la conclusión y que ha de aparecer en la otra premisa. (Se designa con una "P").

3. Término medio: es el que aparece en ambas premisas y no en la conclusión. (Se designa con una "M").

Las premisas son designadas con los siguientes nombres: (1) Premisa mayor: aquélla en la que aparece el término mayor. (2) Premisa menor: aquélla en la que parece el término menor.

Veamos lo dicho con un ejemplo:

Premisa mayor: "Todos los mamíferos son vertebrados". Término medio: "mamíferos".
Estructura: M-P.

Premisa menor: "Todos los primates son mamíferos". Término medio: "mamíferos".
Estructura: S-M.

Conclusión: "Todos los primates son vertebrados". T. menor: primates. T. mayor: vertebrados.
Estructura: S-P.

Dado el siguiente silogismo:

"Todos los hombres son mortales".
"Sócrates es un hombre".
"Luego Sócrates es mortal"

Indica:

- Conclusión "Sócrates es mortal".
- Término mayor: "mortal".
- Término menor: "Sócrates".
- Término medio: "hombres".
- Premisa mayor: "Todos los hombres son mortales".
- Premisa menor: "Sócrates es un hombre"
- Estructura o figura del silogismo:  M-P
                                                          S-M
                                                          S-P
Es la estructura de la 1ª figura.

- Tipos de proposiciones que componen el silogismo (cualidad y cantidad de cada premisa y de la conclusión): AII

- Modo de silogismo (figura del silogismo y tipos de proposiciones): darii


Dado el siguiente silogismo:

"Ningún europeo es venezolano".
"Todos los caraqueños son venezolanos".
"Ningún caraqueño es europeo"

Indica:

Conclusión: "Ningún caraqueño es europeo".
Término menor: "Caraqueño".
Término mayor: "Europeo".
Término medio: "Venezolano".
Premisa mayor: "Ningún europeo es venezolano"
Premisa menor: "Todos los caraqueños son venezolanos".
Figura del silogismo: P-M
                                    S-M
                                    S-P

Se corresponde a la segunda figura.

Proposiciones que componen el silogismo: EAE
Modo del silogismo (figura del silogismo y proposiciones que lo componen): cesare.

Sólo hay 19 modos de silogismos válidos, pero las combinaciones de figuras y de cantidad-cualidad de proposiciones darían muchísimos más modos. ¿Por qué solo son correctos 19 de ellos? Porque solo esos 19 modos cumplen las siguientes reglas para los silogismos y las premisas.

Reglas del silogismo:

1. Solo puede haber tres términos: mayor, menor y medio.

2. Los términos no pueden tener mayor extensión en la conclusión que en las premisas: esto quiere decir que los términos que aparecen en la conclusión no pueden estar referidos a más elementos que los mismos términos cuando aparecen en las premisas. Por ejemplo, el siguiente silogismo...

"Todos los gasterópodos son ovíparos".

"Algunos gasterópodos no son animales comestibles".

"Algunos animales comestibles no son ovíparos".

Es falso, porque el término ovíparos aparece con mayor extensión en la conclusión que en la premisa mayor. Efectivamente, en la premisa mayor sólo tomamos en consideración un grupo de ovíparos: los gasterópodos. Mientras que en la conclusión hacemos una referencia a todos los ovíparos (pues decimos que en conjunto de "todos" ellos no se encuentran algunos de los animales comestibles).

3. El término medio ha de ser tomado en toda su extensión en, al menos, una de las premisas: esto quiere decir que todo lo que digamos acerca de los elementos del término medio, debe afectar a todos los elementos que componen el término medio en al menos una premisa.

Por ejemplo, el siguiente silogismo...

"Todos los batracios son anfibios".

"Algunos animales venenosos son anfibios".

"Algunos animales venenosos son batracios".

Es falso, porque en ninguna de las dos premisas decimos nada acerca de la totalidad de los anfibios, que en este caso es el término medio.

4. El término medio no puede aparecer en la conclusión.

Reglas para las premisas.

1. Si las dos premisas son afirmativas, la conclusión ha de ser afirmativa.

2. De dos premisas negativas no se puede deducir ninguna conclusión.

3. De dos premisas particulares no se puede deducir ninguna conclusión.

4. La conclusión ha de seguir siempre la peor parte: esto quiere decir que si hay alguna premisa particular la conclusión ha de ser particular, y si hay una premisa negativa la conclusión ha de ser negativa.

Figuras del silogismo.

Se llaman figuras del silogismo a las distintas formas que puede adoptar un silogismo atendiendo a la posición del término medio.

Hay cuatro posibles figuras del silogismo:

1ª Figura:

M-P
S-M
S-P

2ª Figura:

P-M
S-M
S-P

3ª Figura:

M-P
M-S
S-P

4ª Figura:

P-M
M-S
S-P

Modos válidos del silogismo: combinaciones de las figuras del silogismo y sus proposiciones.

Los modos del silogismo son las distintas formas que puede adoptar un silogismo atendiendo a los tipos de proposiciones que lo componen. Combinando modos y figuras tendríamos un total de 64 modos para cada figura, que hace un total de 256 modos distintos. Pero de esos sólo 19 son válidos, pues sólo esos 19 cumplen todas las reglas del silogismo y de las premisas.

Los modos válidos suelen nombrarse con una serie de palabras nemotécnicas inventadas por los medievales para memorizarlos mejor. Los modos con sus nombres nemotécnicos serían los siguientes:

1ª Figura:

AAA, EAE, AII, EOI = barbara, celarent, darii, ferio.

2ª Figura:

EAE, AEE, EIO, AOO = cesare, camestres, festino, baroco.

3ª Figura:

AAI, EAO, IAI, AII, OAO, EIO = darpati, felapton, disamis, datisi, bocardo, ferison.

4ª Figura:

AAI, AEE, IAI, EAO, EIO = bamalip, calemes, dimatis, fesapo, fresiso.


MODOS VÁLIDOS
1ª Figurabarbara, celarent, darii, ferio.
M-P
S-M
S-P
2ª Figuracesare, camestres, festino, baroco.
P-M
S-M
S-P
3ª Figuradarpati, felapton, disamis, datisi, bocardo, ferison.
M-P
M-S
S-P
4ª Figurabamalip, calemes, dimatis, fesapo, fresiso.
P-M
M-S
S-P

Indica si los siguientes silogismos cumplen todas las reglas de los términos y de las premisas.

"Todos los jesuitas son cristianos"
"Algún anabaptista no es jesuita"
"Algún anabaptista no es cristiano"

Reglas para los términos.

1. Sólo puede haber tres términos. La cumple: jesuitas, cristianos, anabaptistas.

2. Los términos no pueden tener mayor extensión en la conclusión que en las premisas: no la cumple, porque en la conclusión el término anabaptista tiene más extensión que en la premisa menor. En la conclusión se refiere a los cristianos que es un conjunto mucho mayor que el de los jesuitas.

3. El término medio ha de ser tomado en toda su extensión en al menos una de las premisas: la cumple porque el término medio es "jesuitas" y está tomado en toda su extensión en la premisa mayor. PARA ENTENDER MEJOR QUÉ SIGNIFICA ESTA REGLA PUEDES APLICAR LO SIGUIENTE: EL TÉRMINO MEDIO TIENE QUE ESTAR EN ALGUNA DE LAS PREMISAS EN UNA PROPOSICIÓN UNIVERSAL AFIRMATIVA (A) O UNIVERSAL NEGATIVA (E).

4. El término no puede aparecer en la conclusión: la cumple porque el término medio, "jesuitas" no aparece en la conclusión.

Reglas para las premisas.

1. Si las dos premisas son afirmativas, la conclusión ha de ser afirmativa. No es el caso.

2. De dos premisas negativas no se puede deducir ninguna conclusión. No es el caso.

3. De dos premisas particulares no se puede deducir ninguna conclusión. No es el caso.

4. La conclusión ha de seguir siempre la peor parte: la cumple, porque la peor parte de las premisas es la premisa menor que es particular negativa y la conclusión también es particular y negativa.

No es un silogismo válido porque no cumple la segunda regla de los términos.

Indica si el siguiente silogismo pertenece a algún modo válido:

"Ningún cirujano es poeta"
"Algún poeta es profesor de instituto"
"Algún profesor de instituto no es cirujano"

Reglas para los términos
1. Sólo puede haber tres términos.
2. Los términos no pueden tener mayor extensión en la conclusión que en las premisas
3. EL TÉRMINO MEDIO TIENE QUE ESTAR AL MENOS EN UNA DE LAS PREMISAS EN UNA PROPOSICIÓN UNIVERSAL AFIRMATIVA (A) O UNIVERSAL NEGATIVA (E).
4. El término medio no puede aparecer en la conclusión.
Reglas para las premisas.
1. Si las dos premisas son afirmativas, la conclusión ha de ser afirmativa.
2. De dos premisas negativas no se puede deducir ninguna conclusión.
3. De dos premisas particulares no se puede deducir ninguna conclusión.
4. La conclusión ha de seguir siempre la peor parte.

Dado el siguiente silogismo:

"Todos los hombres son mortales"
"Sócrates es un hombre"
"Sócrates es mortal"

Lógica proposicional:
- Formaliza.
- Lee.
- Describe.
- Tabla de verdad.
- Tipo de argumento.
Lógica aristotélica.
- Reglas de los términos y de las premisas.
- Modo de silogismo

"Ningún colombiano es venezolano"
"Algunos venezolanos son hombres alegres"
"Algunos hombres alegres no son colombianos"

¿Cumple las reglas de los términos y de las premisas?
En caso afirmativo, a qué modo de silogismo corresponde.

(a) Algunos viajeros no son ancianos.
Ningún turista es viajero.
Algunos turistas no son ancianos.

(b) Todos los canadienses son ambidiestros.
Todos los ambidiestros son miopes.
Algunos miopes son canadienses.

(c) Todos los árboles son plantas.
Algunos árboles son arbustos.
Ninguna planta es un arbusto.

(d) Ningún piloto es una azafata.
Todos los pasajeros son azafatas.
Algunos pilotos son pasajeros.

(e) Algunas plantas no son verdes.
Ningún organismo es una planta.
Algunos organismos no son verdes.

(f) Todos los instrumentos son pianos.
Ningún instrumento es una guitarra.
Algunas guitarras no son pianos.

(g) Ningún filósofo es un atleta.
Todos los administradores son atletas.
Algunos filósofos son administradores.

(h) Ningún apicultor es cocinero.
Todos los holandeses son apicultores.
Algunos cocineros no son holandeses

LOS FALSOS ARGUMENTOS: LAS FALACIAS (http://links.edebe.com/yj579x).

La razón es un arma potentísima para conocer la realidad y dominarla. Pero con frecuencia hacemos usos inapropiados de ella o somos sus víctimas. Será, por lo tanto, interesante conocer algunas formas de razonamientos problemáticas. Entre éstas cabe distinguir las falacias. Las falacias son razonamientos incorrectos que tienen la apariencia de un argumento, pero que está incorrectamente construido. También se les suele llamar sofismas o paralogismos. Aunque se suele emplear el término "sofisma" para designar a los razonamientos conscientemente falsos con voluntad de engaño, y reservar los términos "falacia" y "paralogismo" para los razonamientos falsos sin voluntad de engaño.

El primer filósofo del que se conservan estudios sistemáticos de falacias es Aristóteles, quien dedica un escrito titulado Sobre las refutaciones sofísticas a tratar el tema. Posteriormente a Aristóteles ha sido frecuente clasificar las falacias en formales y no estrictamente formales.

Falacias formales.

Son aquéllas debidas a un error en la forma o estructura de la argumentación. Las más frecuentes son:

- La falacia de la ignorancia del consecuente, o falacia de afirmar el consecuente: consiste en concluir la primera parte de una implicación teniendo la segunda. Si p implica q y q entonces p.

Ejemplo:

Si llueve se moja la calle.
La calle está mojada (de la afirmación del consecuente...)
Luego, llueve (...se afirma el antecedente).

Si hay Filosofía, Alberto se duerme.
Alberto está dormido.
Luego estamos en clase de Filosofía.

Si se va, irá al examen.
Va al examen.
Entonces se va.

Si comes mucho, te llenas.
Estás lleno.
Luego, has comido mucho.

- La falacia de negar el antecedente: consiste en negar la segunda parte de una implicación si tenemos negada la primera: Si p implica q y no p, entonces no q.

Ejemplo:

Si llueve, se moja la calle.
No llueve. (de la negación del antecedente...)
Luego, la calle no se moja. (...se sigue la negación del consecuente).

Si hay Filosofía, Alberto se duerme.
No hay filosofía.
Luego, Alberto no se duerme.

Si se va, irá al examen.
No va al examen.
Entonces, no se va.

Si comes mucho, te llenas.
No has comido mucho.
Luego, no estás lleno.

Falacias no estrictamente formales.

Pueden ser clasificadas en dos grupos:

Falacias que dependen del lenguaje empleado (también llamadas falacias de la ambigüedad o falacia semántica): con frecuencia son debidas a la equivocidad de un término. Ejemplos:

a) Los gatos son animales.
Los gatos son un tipo de palanca.
Luego, las palancas son animales.

b) Son muy habituales cuando utilizamos palabras tomadas del lenguaje ordinario en su sentido técnico.

Por ejemplo, si decimos de Marx que es un filósofo materialista, alguien puede entender que le gustaba mucho el dinero, cuando lo que pretendemos decir es que mantiene una metafísica materialista, es decir, que lo fundamento todo en el ser material.

c) Antonio corre mucho y Luis nada. Por tanto, Luis es nadador.

d) Los sexos no son iguales, los derechos no pueden ser iguales.

e) Toda persona que ocasiona una herida a otra es un delincuente.
             Todo cirujano ocasiona heridas a otras personas.
             Luego todo cirujano es un delincuente.

Falacias que no dependen del lenguaje empleado (también llamadas falacias materiales). Las más típicas son:

- Falacias ad hominem (o del ataque personal): consiste en apelar a las circunstancias personales del contrincante para descalificar sus argumentos. En lugar de dar un argumento en contra de una determinada afirmación, lo que se hace es desacreditar a la persona que la ha dicho, dando por supuesto que ello invalida su opinión. Por ejemplo:

a) Argumentar que la filosofía de Nietzsche es errónea, porque éste acabó loco.

b) Si Luis ha dicho que es una obra de arte, no debe valer nada porque él ya ha estafado a mucha gente con falsas obras de arte.

c) Me han dicho que Ricardo no paga a sus amigos la cuota de la peña en la que está. Seguro que será un pésimo ministro de Economía.

d) Bill Clinton engañó a su mujer con Mónica Levinski. Debería dimitir como presidente de EEUU porque no se puede confiar en él.

e) María ha dicho que el Atético de Madrid juega mal. Pero qué va a decir ella que es del Real Madrid.

f) Los médicos afirman que actualmente se come de forma poco sana, pero no hay que hacer caso, ya se sabe que los médicos siempre exageran.

- Falacia del tu quoque (tú también): es un caso especial de falacia ad hominem; consiste en replicar a una argumentación en la que somos acusados de algo, acusando al contrario de lo mismo. Por ejemplo:

a) Supongamos que los dirigentes de un partido político son acusados por los dirigentes de un partido rival de financiación ilegal; y que estos últimos se defienden acusándoles de haber hecho lo mismo. En ese caso su defensa incurriría en una falacia tu quoque.

b) María me ha dicho que mi coche es muy feo, ella que tiene un coche pasado de moda.

c) El padre que va a recoger a su hijo a un control de alcoholemia pero su tasa es aún mayor.

d) La exigencia de dar buen ejemplo a tus hijos, alumnos o hermanos pequeños porque si no eres responsable de que actúen mal.

e) La profesora me ha regañado porque estaba hablando, pero es que los demás también estaban hablando.

f) La programación de la televisión es una basura porque es lo que a la gente le gusta.

g) Tenemos los políticos que nos merecemos.

- Falacias ad populum: consiste en halagar al oyente, o apelar a sus sentimientos con el fin de que admita una propuesta pero sin aportar pruebas reales de la bondad de dicha propuesta. Este tipo de argumentación es frecuente en las campañas publicitarias y los discursos electorales. Defiende una conclusión sin justificarla. Simplemente apela a los prejuicios, sentimientos, emociones, etc. Por ejemplo:

 a) Hay que impedir que entren más extranjeros en España porque roban el trabajo a los españoles y se benefician de la sanidad gratuita.

b) L'Oreal, porque yo lo valgo.

c) Mediamarkt. Yo no soy tonto.

d) El populismo político, es decir, hacer promesas electorales que no buscan el bien común, sino excitar las emociones más irracionales de los votantes, que suelen tener que ver con el miedo.

e) El cliente siempre tiene la razón.

f) Si quieres aprender inglés, siempre avanzarás más con un profesor nativo que con uno que no lo es.

- Falacias ad verecundiam: también llamadas argumentos de autoridad; consisten en defender una tesis invocando a alguna persona de gran reputación, autoridad o poder que haya sostenido esa tesis. Sin duda este argumento tiene cierto grado de validez a falta de uno mayor. Así, si ignoramos totalmente algo acerca de la mecánica relativista es bastante lógico, por ejemplo, apelar a Einstein para defender una tesis que también ha defendido él. Pero lo que no es correcto es atribuir una certeza absoluta a algo sólo porque lo haya sostenido alguien con autoridad y prestigio en la materia. Como si los expertos no pudieran equivocarse nunca.

a) La ley de la gravitación universal es cierta porque lo dijo Newton. No se puede poner en cuestión.

b) Dios existe porque lo dice la Biblia.

c) Esa película es buenísima. Sale Jared Leto.

e) Sócrates es el hombre más sabio de Atenas porque lo dijo el Oráculo de Delfos.

f) El año que viene seguirá habiendo recesión económica en Portugal, porque así lo ha previsto el FMI.

g) Estos cereales son mejores, porque los anuncia la tele.

h) Debe ser bueno votar a Bush, porque lo apoya Julio Iglesias.


- Falacias ad ignorantiam: este tipo de argumentación consiste en pretender que algo es falso porque no se ha podido demostrar que es verdadero (o vicecersa). Por ejemplo:

a) "No se ha demostrado que haya vida fuera de la Tierra. Luego no hay vida fuera de la Tierra."

b) Otro ejemplo: Es seguro que tenemos un alma inmortal. Por más que lo han intentado, nadie ha conseguido probar que la muerte es el fin de todo.

c) El criterio de verificación científica: la teoría es verdadera porque hasta ahora nadie ha demostrado que fuese falsa.

d) Irak tiene armas de destrucción masiva porque nadie ha conseguido demostrar que no las tenga.

e) No se ha demostrado que no existan los unicornios. Por lo tanto, los unicornios existen.

f) Nunca le he pillado siéndome infiel. Por lo tanto me es fiel.

g) Es inocente hasta que no se demuestre lo contrario.

h) No existen planetas habitados fuera del sistema solar, ya que no tenemos ninguna noticia de que los haya.

- Falacias de petición de principio, también conocida como argumentación circular. Cuando para demostrar algo se hecha mano, precisamente, de aquello que se quiere demostrar. Por ejemplo, se pretende demostrar el principio de causalidad (que todo lo que sucede sucede por una causa), argumentando que nada puede existir sin causa. Por ejemplo:

a) Él es ahora el director porque así lo decidió el Consejo. El Consejo aprobó su nombramiento porque era el candidato más válido. Y está claro que era el candidato más válido porque ha conseguido llegar a ser director.

b) Cristiano Ronaldo es el mejor jugador del mundo porque en el Real Madrid solo juegan los mejores.

c) La Filosofía es importante porque es una de las asignaturas que tiene más horas.

d) El argumento ontológico de la existencia de Dios (San Anselmo de Cantérbury): Dios es el ser más perfecto que podemos imaginar; ahora bien, si Dios no existiera aún podríamos imaginar a un ser más perfecto que existiera con todas las cualidades de Dios. Luego si Dios es el ser más perfecto que podemos imaginar, entonces Dios existe.

e) Pienso, luego existo.

- Confundir una relación accidental con una relación causal  o falacia de la falsa causa (conocida por su nombre latino post hoc, ergo propter hoc); que consiste en establecer una relación causal entre dos fenómenos sólo porque uno va después del otro. Por ejemplo:

a) Si tras romper un espejo sufres un desengaño amoroso y atribuyes éste a la ruptura del espejo, simplemente porque una cosa sucedió tras la otra.

b) La obra de teatro fue un fracaso porque el actor principal llevaba una camisa amarilla.

c) Como un gran número de personas muere estando sobre una cama, queda claro que tumbarse en la cama es peligroso.

e) Pasé por debajo de un andamio, vi un gato negro, era martes 13, rompí un espejo mientras se me caía la sal. Por eso suspendí Filosofía.

f) No vengas conmigo que eres gafe.

g) Me pita el oído porque están hablando mal de mi.

h) El efecto placebo.

i) Si conduces un todoterreno es que tienes un espíritu aventurero.


- Tomar la parte por el todo o falacia de la generalización indebida: consiste en deducir un rasgo acerca de la totalidad a partir de observar que se cumple en un caso, o en unos pocos casos. Por ejemplo:  

a) Los analgésicos no me hacen nada. Ya van varias veces que los he tomado y no he notado ningún efecto positivo.

b) Todos los hombres que viven en América son americanos.

c) Todos los suecos son altos y rubios.

d) Todos los jugadores de ajedrez son inteligentes.

- Falacia ex populo: consiste en defender una tesis apelando a que todo el mundo está de acuerdo.

a) Los exámenes no sirven para nada. Todos los alumnos lo dicen.

b) La democracia.

c) Rajoy debe ser un gran presidente porque es el candidato más votado.

d) Debe ser muy majo porque le cae bien a todo el mundo.

h) Es imposible aprobar con esa profesora. Todo el mundo lo dice.

- La ignorancia del argumento: consiste en una confusión de las cuestiones a demostrar. Es decir, se argumenta contra una tesis basándose en algo que no tiene que ver.

a) Suspendí el examen porque el profesor me tiene manía.

b) Tenemos que vigilar las fronteras con todos los medios a nuestra disposición porque son un coladero de terroristas.

- Falacia ad baculum: se sostiene una determinada conclusión no aportando razones sino a través de la coacción, la amenaza o el miedo. Por ejemplo:

a) Has de ponerte el casco si coges la moto, porque si no, te multarán.

b) O estudias o llamo a tus padres.

c) O haces lo que te digo o te dejo.

d) Como vuelvas a llegar tarde te quedas sin el móvil una semana.

- Falacia de ignoratio elenchi: desplaza la cuestión a dirimir a un plano irrelevante y oblicuo que funciona como una cortina de humo sobre el asunto.

Falacia naturalista y falacia idealista.

Hay dos tipos de falacias que merecen una dedicación especial por la trascendencia filosófica de las mismas y por la frecuencia de su uso. Éstas son:

- La falacia naturalista: consiste en deducir un juicio de valor a partir de un juicio de hecho (o bien, definir los valores "bueno", "malo", "justo" como si se tratase de propiedades naturales de las cosas). Por ejemplo:

a) Se parte de que la mujer ha sido encasillada de hecho en un determinado papel (como "ama de casa"), y se deduce de ahí que ese "debe ser" su papel.

b) Las tradiciones. Como siempre se han hecho las cosas de una determinada manera, entonces esa es la manera en que deben hacerse.

- La falacia idealista: contrariamente a la anterior, parte de un juicio de valor para deducir de ahí un juicio de hecho. Por ejemplo:

a) B ha afirmado que X debería estar muerto. Días después X aparece muerto. Inmediatamente se le atribuye su asesinato a B.

b) El profesor dice que los alumnos van a suspender porque no estudian. Llega el examen de evaluación y suspenden todos. Los alumnos dicen que suspenden porque el profesor siempre les dice cosas negativas.

LA LÓGICA DIFUSA (Lofti A. Zadeh).

La idea clásica de conjunto con límites claros y nítidos -por ejemplo, "las mujeres mayores de treinta años"- no permitía reflejar conceptos que los humanos utilizan de forma habitual y que son claves en nuestra forma de razonamiento, como por ejemplo "las mujeres de mediana edad". Nos encontramos frente a lo que Zadeh denominó en 1951 "conjuntos difusos", que permiten describir conceptos como el de "ropa muy sucia" que maneja una lavadora inteligente, o el de "vehículo delantero demasiado próximo" que puede utilizar un automóvil.

Desarrollado este concepto, Zadeh introdujo poco después la lógica difusa, en la que entre lo verdadero y lo falso existen todos los posibles grados de verdad. De alguna manera, la visión tradicional de que las cosas son blancas o negras de paso a una escala de grises que enriquece las posibilidades de analizar la realidad. Así, nuestra lavadora inteligente tendrá en cuenta  que si la ropa está muy sucia, se debe prolongar el lavado, o que si quedan demasiados restos de detergente, hará falta un nuevo aclarado.

Es en la década de los ochenta cuando sus ideas empiezan a dar lugar a aplicaciones de éxito, en aquellos primeros años principalmente en Japón: es el caso del metro no tripulado de la ciudad de Sendai (1987), en el que gracias al carácter gradual de las reglas utilizadas, los procesos de arranque y parada del tren se llevan a cabo con una suavidad inusitada.