lunes, 25 de marzo de 2019

Marx: política y sociedad. (Contemporánea)







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 1818-1883



1. El hombre práxico: punto de partida de la reflexión de Marx.
1.1. Antropología de la filosofía occidental.
a) Errada.
b) Ideológica.
1.2. Antropología del hombre práxico.
a) Relación del hombre consigo mismo.
b) Relación del hombre con la naturaleza.
c) Relación del hombre con los demás.
1.3. ¿Sirve la estructura social a la realización del hombre?

2. La infraestructura capitalista liberal decimonónica.
2.1. El sistema de producción.
a) Relaciones de producción: el contrato entre el proletariado y la burguesía.
- Libertad recíproca.
- Igualdad entre las partes. 
b) Fuerzas productivas. 
2.2. El sistema de distribución: el mercado.

3. La superestructura capitalista.
3.1. ¿Qué son las ideologías.
3.2. ¿Qué significa que las ideologías son correlativas a una infraestructura determinada?
3.3. Tipos de ideologías.
a) La ideología jurídica.
b) La ideología política.
c) La ideología religiosa.
d) La ideología filosófica.

4. La alienación.
4.1. La infraestructura alientante del capitalismo o la alienación económica.
a) La alienación del hombre respecto de sí mismo.
- Plusvalía.
- Amo y esclavo.
- Mercancía.  
b) La alienación del hombre respecto de la naturaleza.
c) La alienación del hombre respecto de los otros hombres.
- El conflicto entre clases.
- Relaciones de competencia entre los miembros de una misma clase.
4.2. La superestructura alienante del capitalismo o la alienación ideológica.

5. La superación del capitalismo. La sociedad comunista.
5.1. El motor de la historia: la lucha de clases.
 5.2. La contradicción propia del capitalismo: cada vez menos tienen más.
a) No hay flexibilidad de abajo hacia arriba.
b) Tendencia monopolística.
5.3. La finalidad de la historia.    
5.4. Requisitos que ha de cumplir esta sociedad justa al servicio del hombre: el comunismo.
5.5. Revolución del proletariado.


1. El hombre práxico: punto de partida de la reflexión de Marx.

1.1. Antropología de la filosofía occidental.

¿Qué es el hombre? Según Marx, la respuesta que ha dado la filosofía occidental a esta pregunta es, simultáneamente, errada e ideológica. En efecto, la filosofía occidental ha definido al hombre como un ser racional,esto es, un ser cuya esencia consiste en su capacidad para entender el mundo, y su tarea propia consiste en comprenderlo. El ser humano es, así, un ser que contempla el mundo para elaborar una teoría sobre él, un ser teórico-contemplativo. 

a) Errada.

Lo propio del hombre no es la teoría sino la praxis: el trabajo. Lo característico del ser humano es su necesidad de transformar el mundo para vivir en él, esto es, su necesidad de trabajar.

b) Ideológica.

Esta concepción del hombre es reflejo de la injusticia social que preside la sociedad en la cual se originó la filosofía. ¿Por qué -se pregunta Marx- se ha definido al hombre como un ser teórico-contemplativo? Porque quien filosofa es quien puede hacerlo, el que dispone del ocio necesario. Y lo tiene porque no se ve acuciado por la necesidad de trabajar para satisfacer sus necesidades, pues es el esclavo quien realiza esta función. A la pregunta qué es el hombre, el filósofo griego responde con la imagen que tiene de sí mismo: un ser que elabora teorías. Pero, al hacer esto, olvida que sus teorías están posibilitadas por el trabajo ajeno (el del esclavo), y convierte la esencia del amo (el que teoriza) en la esencia del hombre como tal. El filósofo hace de su privilegiada situación "naturaleza humana", olvidándose del esclavo y de su trabajo, que la hace posible.

1.2. Antropología del hombre práxico.

Pues bien, Marx afirma que la esencia del hombre no es la teoría, sino la praxis; no la contemplación del mundo, sino su transformación; no la especulación, sino el trabajo. Y en esta praxis de transformación del mundo a través del trabajo, el hombre se relaciona consigo mismo, con la naturaleza y con los otros seres humanos.

a) Relación del hombre consigo mismo.

Al trabajar, el ser humano se convierte en lo que es. Tanto es esto así que, cuando nos preguntan de alguien qué es, contestamos señalando su profesión, esto es, el trabajo que desempeña, pues es el trabajo lo que determina lo que somos en el entramado social al que pertenecemos. Ahora bien, esto que llegamos a ser a través del trabajo puede humanizarnos o no, realizarnos o no.

b) Relación del hombre con la naturaleza.

El ser humano es un ser práxico, pero no lo es porque sí, arbitrariamente, sino porque tiene necesidades que ha de satisfacer, y la praxis es el modo humano de satisfacerlas. Esta satisfacción de necesidades exige la transformación de la naturaleza en la que habitamos: exige trabajo (como reza en el Génesis, estamos condenados a ganarnos el pan con el sudor de nuestra frente).

c) Relación del hombre con los demás.

El hombre es un ser social que vive y satisface sus necesidades en sociedad. Por eso, el trabajo al que se refiere Marx no es el trabajo de las personas consideradas de forma aislada (Locke), sino el social e históricamente organizado: es trabajo organizado por y en una sociedad en un momento determinado de su historia, un modo sociohistórico de producción y distribución de bienes. Así pues, el hombre se relaciona con los demás individuos en el seno de una organización sociohistórica concreta del trabajo.

1.3. ¿Sirve la estructura social a la realización del hombre?

Para Marx, la tarea esencial que ha de abordar la filosofía no es la de elaborar una complicada teoría sobre la verdad, sino la de considerar si la praxis desarrollada sirve para satisfacer las necesidades humanas y las aspiraciones de realización que omo hombres inexorablemente tenemos. La filosofía debe transitar desde la preocupación por la teoría a la preocupación por la praxis, desde la contemplación del mundo a su transformación. La nueva labor de la filosofía consistirá, según Marx, en la crítica de los modos de producción y distribución de bienes que no sirvan a los intereses humanos y en la propuesta de alternativas a tales modos que posibiliten la realización del hombre. El pensador alemán resume esto en su undécima Tesis sobre Feuerbach con la siguiente afirmación:

"Los filósofos se han limitado a interpretar el mundo de distintos modos; de lo que se trata es de transformarlo."

Queda claro también que el hombre no es un ser aislado; es un ser práxico que desarrolla su actividad en el marco de una sociedad concreta en un momento dado de su historia. Ahora bien, ¿cómo se estructura esta sociedad? Para Marx, según lo que se denomina "modo de producción" (de los que cabe distinguir, a lo largo de la historia, el asiático, el antiguo, el feudal y el burgués), en donde pueden diferenciarse:

- Una infraestructura, que incluye un sistema de producción y un sistema de distribución de bienes.

- Y una superestructura o conjunto de ideologías vigentes para una infraestructura determinada.

Con esto, la pregunta planteada anteriormente (¿sirve el trabajo a la realización del hombre?) se convierte en esta otra: ¿sirve la estructura social a la realizaciónd el hombre?

2. La infraestructura capitalista liberal decimonónica.

Marx, hombre apegado en su reflexión a las urgencias del presente, aborda la ingente tarea de analizar la organización social en la que vive (el capitalismo liberal decimonónico) para dilucidar su capacidad de servir a la satisfacción de las necesidades humanas. ¿Sirve el capitalismo liberal decimonónico a la realización del hombre? Es una cuestión controvertida hasta qué punto la crítica marxista al capitalismo liberal del siglo XIX es extrapolable a cualquier forma de capitalismo. A juicio de Marx, dicha crítica se mantendrá vigente en la medida en que persista aquello que caracteriza al capitalismo, que no es una desigualitaria distribución del capital, sino la propiedad privada de los medios de producción. En definitiva, no es posible un capitalismo no alienante, porque lo alienante del capitalismo es su propia esencia. Por esta razón, a partir de ahora hablaremos de capitalismo sin mayor precisión.

Analizaremos, a continuación, los dos elementos que forman parte de la infraestructura capitalista: su sistema de producción  y su sistema de distribución de bienes.

2.1. El sistema de producción.

El sistema de producción incluye las relaciones de producción y  las fuerzas productivas. 

a) Las relaciones de produccción: el contrato entre el proletariado y la burguesía.

Las relaciones de producción establecen el modo de propiedad de los medios de produccción, que, a su vez, constituyen el criterio de pertenencia a una u otra clase social. En el caso del capitalismo, estas son el proletariado y la burguesía. El proletariado no es propietario de los medios de producción, que pertenecen a la burguesía. ¿Cómo se relacionan entre sí ambas claves en el proceso de producción? A través del contrato.

Veamos esto mediante un ejemplo. Una fábrica de elaboración de salchichas no funciona sola. El propietario de la fábrica necesita trabajadores. Estos poseen una determinada capacidad o fuerza de trabajo, que es la que ponen a disposición del propietario cuando trabajan para él. Este, claro está, recompensa esta disposición con un salario. Mediante el contrato, el proletario vende al burgués su fuerza de trabajo, y el burgués le paga con el salario. Desde el punto de vista del liberalismo capitalista, las características del contrato son la libertad e igualdad recíprocas.

- Existe libertad recíproca entre las partes.

El burgués, si no quiere, no contrata al proletario, y el proletario, si no quiere, no trabaja para el burgués: el burgués es libre de contratar; el proletario lo es de aceptar el contrato.

- Esta libertad recíproca consagra la igualdad de las partes.

Burgués y trabajador son igualmente libres de rechazar o aceptar el contrato. La igualdad, por tanto, está corroborada por la necesidad mutua que lo preside: el burgués no es nadie sin el proletariado (porque la fábrica no funciona sola), y el proletario tampoco es nadie sin el burgués, pues precisa los bienes que este produce a través de los medios de producción.

b) Las fuerzas productivas.

Son las fuerzas que una sociedad emplea en el proceso de producción, y que, en el capitalismo liberal, comprenden al proletariado (con su fuerza de trabajo) y la tecnología, protagonista de las revoluciones industriales y de la resolución del problema de la producción, de modo que, al menos en teoría, hay para todos.

2.2. El sistema de distribución: el mercado.

Los bienes, obviamente, además de producirlos hay que distribuirlos. ¿Cómo? En el capitalismo, el sistema de distribución de bienes es el mercado, regido por la ley de la oferta y la demanda. Ahora bien, esta ley que preside el intercambio mercantil es una ley económica, una ley que atiende, por así decirlo, a razones meramente económicas desoyendo, tal vez, otras razones. ¿Es el mercado capitalista un sistema justo de distribución de bienes, esto es, un sistema que atiende a las necesidades humanas? ¿Sirve o no el mercado a la realización del hombre?

3. La superestructura capitalista.

Marx entiende por superestructura el conjunto de ideologías correlativas a una infraestructura determinada. Tenemos, pues, que abordar tres cuestiones: ¿qué son las ideologías?, ¿qué significa que son correlativas a una infraestructura determinada? y ¿qué ideologías hay?

3.1. ¿Qué son las ideologías?

El hombre es, como ya hemos explicado, un ser práxico: necesita trabajar (estableciendo una relación con la naturaleza, consigo mismo y con los demás) para satisfacer sus necesidades. Este trabajo es trabajo social. Pues, las sociedades no se limitan a producir un modo de organización social del trabajo; generan también un conjunto de doctrinas que proporcionan a sus miembros una "imagen" del mundo y del hombre. Toda sociedad incluye una idea de cuál es el puesto del hombre en el cosmos y cuál ha de ser su relación con él. A estas ideas, Marx las denomina ideologías, que se estructuran en el seno del liberalismo capitalista en forma de doctrinas jurídicas, políticas, religiosas y filosoficas.

3.2. ¿Qué significa que las ideologías son correlativas a una infraestructura determinada?


Las ideologías de una sociedad no tienen una historia propia, independiente de la infraestructura de su sociedad, sino que se corresponden con el sistema de producción y de distribucion de bienes, esto es, con la infraestructura. Todo esto se pone de manifiesto en los dos rasgos que caracterizan a todas las ideologías.

a) Las ideologías de una sociedad tratan de legitimar el orden social vigente, presentándolo como "natural" aunque no lo sea. En este sentido, las ideologías ofrecen una imagen distorsionada de la realidad, son representaciones falsas de la realidad, "mentiras legitimadoras".

b) En la medida en que legitiman el orden social vigente favorecen a los privilegiados por esa organización social; respoden, por tanto, a los intereses de las clases favorecidas (en el caso del liberalismo capitalista, a los intereses de la burguesía).

Ahora bien, ¿es cierto que las ideologías responden a la infraestructua de la que derivan?, ¿es cierto que son mentiras que legitiman el orden social vigente, favoreciendo los intereses de las clases privilegiadas? Para comprobar la veracidad de estas afirmaciones, hay que analizar la relación existente en el capitalismo entre la infraestructura y la correspondiente superestructura, que cristaliza, como dijimos, en ideologías jurídicas, políticas, religiosas y filosóficas.

3.3. Tipos de ideologías.

a) La ideología jurídica.

La ideología jurídica del liberalismo capitalista, fien a la tradición liberal que le dio origen, consagra como derechos fundamentales del individuo la libertad, la igualdad y la propiedad. La correspondencia con la infraestructura capitalista, como vemos, es evidente. Estos derechos a la libertad, la igualdad y la propiedad son defendidos como derechos naturales, es decir, aquellos que todo hombre tiene por el mero hecho de serlo. El capitalismo se consagra a sí mismo como un orden social justo porque en él se reconocen y se cumplen los derechos naturales de los seres humanos. Esta es la teoría, las ideas que se producen socialmente, lo que se hace creer a los ciudadanos. Pero la teoria, según Marx, es falsa. ¿Por qué? En primer lugar, de los derechos de participación política se excluye a las mujeres, a los jóvenes, a los no propietarios y a los trabajadores por cuenta ajena. Se trata de un sufragio censitario. En segundo término, el derecho de igualdad que se afirma es solo formal, y no real. Esto significa que, si bien el derecho ensalza la igualdad, la estructura social establece una situación de manifiesta desigualdad entre las clases. Y aquí es conveniente recordar la crítica marxista a la teoría capitalista liberal del contrato. Como hemos visto, para el liberalismo capitalista, el contrato establece una relación entre dos partes recíprocamente iguales y libres: la burguesía y el proletariado. Para Marx, sin embargo, esto no es así por varias razones:

- El proletariado necesita al burgués al carecer de los medios de producción necesarios para elaborar los bienes con los que satisfacer sus necesidades.

- La situación de penuria económica que el proletariado sufre presiona sobre él para que acepte las condiciones laborales que el burgués le ofrece.

- Además, proletarios hay muchos, y burgueses, pocos, por lo que también la oferta de fuerza de trabajo presiona sobre el trabajador y le hace aceptar el contrato.

- El proletariado no tiene un excedente de capital que le permite estar sin trabajar; el burgués, por el contrario, sí lo tiene.

En conclusión, la necesidad que el trabajador tiene de los medios de producción del burgués anula su libertad y su supuesta igualdad recíproca. La teoría liberal del contrato es, por consiguiente, una mentira al servicio de la clase dominante.

Así mismo, el orden jurídico del capitalismo liberal es pernicioso porque consagra como derecho lo que, a juicio de Marx, constituye el origen del carácter alienante de la sociedad capitalista: el derecho a la propiedad privada. Este derecho, que en teoría es reconocido para todos, lo disfrutan en la práctica solo aquellos que tienen el capital necesario para poder ejercerlo: los burgueses. Este derecho, además, está respaldado por la estructura del Estado: la policía y los ejércitos se hallan al servicio de la clase dominante. El poder jurídico enmascara una violencia ejercida sin tapujos por las fuerzas de seguridad.

En definitiva, no es cierto que todos los seres humanos disfrutemos de los mismos derechos. ¿A quién favorece esta mentira? Evidentemente, a quien disfruta de la situación privilegiada dispuesta por la estructura vigente: la burguesía. Este es el análisis con el que Karl Marx pone en evidencia el carácter ideológico del sistema jurídico correspondiente a la infraestructura del capitalismo.

b) La ideología política.

La política liberal, afirman sus partidarios, es accesible a todos. Todos pueden votar, lo que no es cierto; todos pueden consagrarse a la actividad politica, lo que tampoco es verdad, pues exige tiempo. En realidad, la política la ejerce quien la puede ejercer: de nuevo, la burguesía. La composición de los parlamentos europeos daba la razon a Marx: los diputados eran burgueses y, como tales, votaban a favor de aquellas medidas que favorecían a los intereses de su clase.

c) La ideología religiosa.

La religión no es, ni mucho menos, la preocupación fundamental de la filosofía marxista. Y no lo es porque Marx considera que, en esencia, esta crítica ha sido ya llevada a cabo pr la obra de Ludwig Feuerbach (1804-1872). Este filósofo alemán, discípulo de Hegel, y que ejerció una gran influencia en el joven Marx, estableció qu ela religión cristiana no es más que una ficción (una mentira).

La diferencia entre Marx y Feuerbach radica en el análisis que ambos pensadores ofrecen del origen de esta ficción. Para el segundo es la naturaleza humana: el hombre crea a Dios a su imagen y semejanza, esto es, de acuerdo a su propia naturaleza. Para Karl Marx, sin embargo, el origen del cristianismo se encuentra en la organización social que lo genera: esta religión se sostiene porque el anhelo de realización que preside la praxis humana es frustrado por la sociedad capitalista. Este anhelo que nace en la religión, el aspecto positivo de la creencia religiosa, busca, así, en el más allá la satisfacción que le niega el orden social vigente. Por eso, lo que se ha de hacer es convertilo en fuerza histórica que sirva a la transformación social con vistas a la consecución de una sociedad justa que posibilite la realización del hombre. No se trata, en consecuencia, de aniquilar sin más la religión. Se ha de salvaguardar de esta aquello que tiene de positivo: el anhelo de realización que la atraviesa.

Lo que al filósofo aleman le preocupa es la función social de la religión como ideología, esto es, como mentira que sirve a la legitimación del orden social vigente que favorece los intereses de la clase burguesa. Que es mentira es obvio por cuanto es una ficción. ¿Por qué razón, entonces, sirve a la legitimación del orden social vigente favoreciendo los intereses de la burguesía?

Marx da las siguientes respuestas a la pregunta anterior:

- Al establecer la imposibilidad de la justicia en este mundo, la religión conforta a quien sufre injusticia y hace que se conforme con su situación.

- Al garantizar la justicia en el "otro mundo", el cristianismo disuade al proletario de buscarla en este. Por eso, dice Marx, la religión adormece al pueblo: le obliga a poner sus ojos en un mundo ilusorio, apartando su atención de la injusticia del mundo real. Como reza la más célebre afirmación de Marx, "la religión es el opio del pueblo".

- Al condenar la violencia, la religión inhabilita al proletariado para llevar a cabo la revolución necesaria para la consecución de una sociedad más justa: la sociedad comunista. Y es que esta revolución, como vemos, es inevitablemente violenta. Por eso, la condena de la violencia es la condena de la revolución.

Está claro que, para Marx, en la medida en que la religión sirve a la perpetuación del orden social vigente, favorece los intereses de la clase privilegiada por ese orden social: los intereses de la burguesía.

d) La ideología filosófica.

También la filosofía, en la medida en que se enfrasca en problemas abstractos y olvida los conflictos reales del presente, es, para Marx, como hemos visto, ideología que solo se superará si, además de ser crítica -esto es, de denunciar la alienación-, se convierte en praxis, en actividad revolucionaria. Es preciso diluciar, pues, qué es la alienación.

4. La alienación.

A la pregunta formulada al principio acerca de si la organización social capitalista sirve a la realización del hombre, Marx responde que no. El capitalismo constituye una estructura social alienante. ¿Qué significa alienación?

Se ha discutido mucho acerca del significado preciso del concepto de alienación. En general, y sin entrar en demasiadas precisiones, puede definirse como cualquier tipo de praxis que no sirva a la satisfacción de las necesidades humanas. Cuáles sean esas necesidades es algo que Marx jamás aborda explícita y sistemáticamente. Cabe sugerir -en función, sobre todo, de sus escritos de juventud- que Marx entiende las ncesidades humanas en la triple dimensión de necesidades derivadas de la condición biológica del ser humano (alimento, cobijo, vestido), de su condición social (relaciones fraternas, igualitarias y libres entre hombres) y de condición creativa (creación artística). Por otro lado, la alienación generada por el capitalismo afecta tanto a la infraestructura como a la superestructura social. Veamos esto de forma más detallada.

4.1. La infraestructura alientante del capitalismo o la alienación económica.

Hay que recalcar que, para Karl Marx, la alienación fundamental, aquella que constituye el origen de cualquier otra, es la económica. La razón de esto es que la alienación económica es la que afecta a la infraestructura, que al ser el fundamento de la superestructura, lo es también de la alienación "superestructural". La alienación económica pervierte todas las dimensiones de la praxis: la relación del hombre consigo mismo, con la naturaleza y con los demás hombres.

a) La alienación del hombre respecto de sí mismo.

 - Plusvalía.

En el sistema capitalista, el proletario no es propietario de los medios de producción. Por ello, para poder vivir, para producir aquello que necesita, se ve obligado a vender su fuerza de trabajo. Por la fuerza de trabajo recibe un salario, que, en opinión de este filósofo alemán, y por necesidades del sistema capitalista, nunca excederá del minimo imprescindible para sobrevivir. Pues bien, la diferencia entre el valor de la fuerza de trabajo y el valor del producto es lo que este pensador denomina plusvalía: el propietario de los medios de producción y, por lo mismo, del producto realizado paga la fuerza de trabajo, que tiene menos valor que el producto elaborado con esa fuerza de trabajo, y se queda con la diferencia (plusvalía).

- Amo y esclavo.

Ahora bien, esta fuerza de trabajo, esta praxis que el trabajador vende es, precisamente, aquello que el trabajador es. No olvidemos que, para Marx, el hombre es un ser práxico. Por ello, al vender su praxis, se vende a sí mismo, vende su propio ser. De este modo, se trata a sí mismo como una mercancía y no como un ser humano (que, como dice Kant, ni se compra ni se vende, pues no tiene precio, sino valor), y quien se vende a sí mismo deja, evidentemente, de pertenecerse, pasa a pertenecer a otro: el burgués. El precio que el burgués paga por convertirse en amo del proletario es el salario.

Consecuentemente, la relación contractual es una relación por la que el proletariado se convierte en pertenencia de la burguesía y esta pasa a apropiarse del proletariado. El hombre que no se pertenece a sí mismo, que no es propietario de sí mismo, sino de otro, recibe normalmente la denominación de esclavo, y el hombre que posee a otro, la de amo. Luego, la relación liberal capitalista entre proletariado y burgués, sellada mediante el contrato, es una relación de esclavitud. El capitalismo es un sistema esclavista, pues el proletariado, al no poseer los medios de producción, se ve obligado a venderse. En esto radica la alienación del hombre respecto de sí mismo que se produce en el capitalismo, alienación que es consecuencia de la propiedad privad de los medios de producción y causa, a su vez, del carácter esclavista del capitalismo liberal.

- Mercancía.

La alienación del hombre respecto de sí mismo en el capitalismo conlleva también la del trabajador respecto de su producto. La venta de la fuerza de trabajo a la que el proletariado se ve obligado implica, evidentemente, la desposesión de este del producto de su trabajo, del producto en que cristaliza su actividad. Lo que el trabajador produce no le pertenece (al vender su fuerza de trabajo, vende también todo lo que esta produce). Esta situación pervierte completamente el sentido del trabajo humano, porque, como hemos afirmado, el ser humano es un ser con necesidades que ha de satisfacer a través del producto de su trabajo. Sin embargo, en el sistema capitalista, este producto no sirve a la satisfacción de su productor, sino que, como propiedad del burgués, su finalidad es la de servir de mercancía en el intercambio mercantil. En esto consite la llamada alienación del hombre respecto del producto de su trabajo.

 b) La alienación del hombre respecto a la naturaleza.

También la naturalezas es en el sistema capitalista objeto de propiedad privada, por lo que, en vez de aparecer ante el hombre como hogar compartido, fuente de los recursos necesarios para la satisfacción de las necesidades de todos, se le presenta como propiedad ajena, posesión de otro, traicionando, así, su auténtico sentido humano. Y, de nuevo, es la propiedad privada la responsable del carácter alienado de la relación del hombre con la naturaleza.

c) La alienación del hombre respecto de los otros hombres: la lucha de clases.

- El conflicto entre clases.

Ya hemos explicado cómo, en la infraestructura capitalista, la relación entre los hombres se articula de acuerdo al binomio amo/esclavo. Este binomio expresa las relaciones entre miembros de distintas clases sociales.

- Relaciones de competencia entre los miembros de la misma clase.

 Ahora bien, ¿cómo se configuran en el liberalismo capitalista las relaciones entre hombres pertenecientes a la misma clase social? También aquí el capitalismo pervierte (perversión inducida desde el conflicto de clases) el sentido de las relaciones entre los seres humanos. Para Marx, los hombrs pueden (y deben) desarrollar un trabajo solidario, esto es, que atienda a las necesidades de todos y no solo a las propias de cada individuo. Pero esto es imposible en el capitalismo, porque las relaciones económicas estan presididas por la competencia, y esta se desarrolla incentivando el beneficio privado y supone un sistema de selección disyuntivo (o tú o yo). Así, en el capitalismo, los proletarios compiten entre sí pro el puesto de trabajo y los burgueses por la consecución del beneficio y el acaparamiento del mercado; para Marx, como veremos, el capitalismo tiende al monopolio. Una vez más, el origen de la alienación es la propiedad privada, porque el beneficio privado solo es posible si se admite la propiedad privada. Solo si es posible quedarse con el beneficio (si este es susceptible de convertirse en propiedad privada), puede existir el benefici privado, fundamento de las relaciones económicas de competencia.

 4.2. La superestructura alienante del capitalismo o la alienación ideológica.

La alienación económica que preside la infraestructura económica se prolonga en la superestructura correspondiente en forma de alienación jurídica, política, religiosa y filosófica. Como ideologías, como mentiras legitimadoras del orden social vigente al servicio de la clase dominante, los sistemas jurídico, político, religioso y filosófico tratan de legitimar la alienación económica de la que son expresión.

5. La superación del capitalismo. La sociedad comunista.

5.1. El motor de la historia: la lucha de clases.

Hegel mantenía que la realidad se mueve a través de la contradicción. Para Karl Marx, también es evidente que la realidad (hombre/sociedad) se mueve. Sin embargo, este movimiento de la realidad hombre/sociedad es ahora la historia. La historia constituye el devenir del hombre en sociedad. Ahora bien, ¿cuál es el motor de la historia? Para Marx, la historia se mueve por las contradicciones que presiden los sistemas sociales, que se plasman en la lucha de clases (así, por ejemplo, las monarquías absolutas dieron lugar a los sistemas liberales capitalistas a través de la lucha de la burguesía contra la aristocracia). El motor de la historia es, pues, la lucha de clases.

5.2. La contradicción propia del capitalismo: cada vez menos tienen más.

¿Cómo se configura la lucha de clases en el seno del capitalismo? ¿Cuáles son las contradicciones propias del capitalismo? La contradicción propia del capitalismo es el incremento de la población proletaria y la disminución de la burguesía: cada vez hay menos que tienen más. Este hecho conducirá de manera inexorable a la revolución del proletariado. ¿Cuál es la razón de que el liberalismo capitalista cada vez menos tengan más? A juicio de Marx, ello se debe a lo siguiente:

a) No hay flexibilidad de abajo hacia arriba..

En el liberalismo capitalista no existe flexibilidad social de abajo hacia arriba, esto es, no es posible que el proletariado llegue jamás a ser burgués. Y ello porque, al carecer de los medios de producción, se ve obligado a vender su fuerza de trabajo. Solo existe flexibilidad de arriba hacia abajo: el burgués puede descender al abismo del proletariado a través del sumidero de la ruina.

b) Tendencia monopolística.

El sistema capitalista, como ya hemos indicado, tiende inexorablemente al monopolio, pues está presidido por la competencia. La competencia determina quién es apto, en detrimento de los demás. A estos individuos aptos les otorga beneficios, esto es, renta, capital. De ahí que el capital tiende a acumularse en pocas manos. El capitalismo promueve, en virtud de su dinámica de competencia, la acumulación creciente del capital y de los medios de producción en pocas manos.

5.3. La finalidad de la historia.

Por otro lado, al igual que mantenía Hegel, Marx considera que el movimiento de la realidad no es ciego, sino que tiende a un fin. Este es ahora, sin embargo, el advenimiento de una sociedad justa, no alienante, al servicio de la realización del hombre mediante la satisfacción de sus necesidades (esta tesis pone de manifiesto el carácter de optimismo ilustrado que tiñe la obra de Marx). 

5.4. Requisitos que ha de cumplir esta sociedad justa al servicio del hombre: el comunismo.

- Si la alienació del liberalismo capitalista genera clases sociales (el proletariado y la burguesía), la sociedad justa será aquella que haya abolido las clases sociales: una sociedad sin clases.

- Si la distribución capitalista atiende a razones económicas sobre la base del principio de la ley de la oferta y la demanda, la distribución en la sociedad justa se realizará de acuerdo al principio "a cada uno según sus necesidades y de cada uno según sus posibilidades", o, lo que es lo mismo, se tomará de cada ciudadano, para repartir, aquello que le sobre y se le proporcionará aquello que necesite.

- Si el capitalismo tiende a despreciar el trabajo manual (proletariado) frente al intelectual, la sociedad justa tenderá a valorar a ambos por igual.

Marx bautiza con el nombre de comunismo a un tipo de sociedad que está al servicio del hombre y en la que la propiedad de los medios de producción, de los recursos naturales y del producto del trabajo es común.

5.5. Revolución del proletariado.

Al comunismo se llegará a través de la revolución del proletariado, que arrancará el poder a la burguesía. Esta revolución, pensa Marx, es inexorable y tendrá un carácter forzosamente violento pues nadie cede (y la burguesía no es una excepción) sus privilegios de forma pacífica.

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