lunes, 9 de octubre de 2017

Aristóteles (1ev).

ÉTICA NICOMÁQUEA, LIBRO II, 4-6.

Ismael:
Acertar: elegir bien, habitualmente, el término medio según nosotros, entre dos extremos viciosos.
Actitud débil: realizar una actividad con falta de pasión, es decir, que  no elige el término medio sino el extremo por defecto. Es vicio no porque se actúe una vez con esa falta de pasión, sino porque se tiene esa disposición, hábito, costumbre.

Actitud desmesurada: es el vicio, la disposición, el hábito negativo, la falta de moderación, que consiste en  poner más pasiónn de la que se necesita para acertar con una acción. Por ejemplo, la temeridad.
Actividad:
Actividad contemplativa:
Actividad divina:
Actividades prácticas:
Aldea:
Alma:
Animal social:

Ángeles
Anterior (la ciudad a la casa):
Artes:
Autarquía: virtud propia de la felicidad, del filósofo y de la ciudad. Del filósofo porque apenas necesita de ningún bien para mantener sus necesidades animales. Lo que le permite dedicarse más libremente a la actividad racional, a la filosofía. En este sentido, la autarquía es una de las características de la felicidad, que se elige por ella misma, como fin y no como medio. También, en el ámbito político, la ciudad es autárquica, es decir, es la comunidad que goza de todos los órganos necesarios para que los ciudadanos puedan vivir justamente. Una ciudad para ser justa no necesita de nada exterior a ella misma.

Autosuficiencia: sinónimo de autarquía.

Beatitud: sinónimo de la virtud dianoética (racional) de la contemplación. La felicidad propia de la actividad que consiste en practicar de la mejor manera posible lo mejor que hay en nosotros. Lo mejor que hay en nosotros es la razón, y la mejor forma de practicarla es la filosfía.

Bien en sí mismo:
Bienestar externo:
Buena disposición:

Capacidades: las potencias que tenemos por naturaleza. En el ser humano, como animal es capaz de sentir dolor y placer. Como racional es capaz de distinguir entre el bien y el mal, lo justo y lo injusto. La felicidad es la autorrealización, es decir, usar bien las capacidades que corresponden a nuestra naturaleza.

Casa:

Adele:
Cosas por sí mismas deseables:
Cierta disposición:
Ciudad: es la comunidad perfecta; es perfecta porque goza de todos los órganos necesarios para que la comunidad de ciudadanos pueda vivir  con justicia. Es por lo tanto la comunidad autárquica, autosuficiente. Y lo es por naturaleza, no por convención. Es decir, uno no puede elegir que la familia sea autosuficiente, porque siempre depende de la aldea, y ésta de otras aldeas. No nos compete a nosotros decidir cuál es la comunidad ideal para convivir justamente. Es la que es, por naturaleza, y es la ciudad.

Compuesto:
Compuesto humano: mientras que para Platón el alma es básicamente una sustancia racional (por eso solo la tiene el hombre), para Aristóteles es lo que da vida a lo que está vivo. El alma vegetativa da vida a las plantas, el alma sensitiva a los animales y el alma racinal a los hombres. Por eso el compuesto humano está formado por alma vegetativa+alma sensitiva+alma racional y cuerpo, unidos sustancialmente, es decir, que el alma no puede vivir sin el cuerpo.

Comunidad: hay tres tipos de comunidades, a saber, la familia, la aldea y la ciudad. Cada una de ellas tiene funciones propias por naturaleza, es decir, están para lo que están y no se puede decidir que estén para otra cosa. Solamente la ciudad es fin en sí misma, mientras que la familia y la aldea son medios para la ciudad. Por eso, cuando se dice que el hombre es un animal social, no se dice principalente de la familia ni de la aldea, sino de la polis.
Comunidad cívica: sinónimo de ciudad.

Comunidades primeras:
Cosas necesarias:
Defecto: junto con el exceso, son lo contrario del término medio que se elige entre ese defecto y ese exceso. El exceso siempre es injusto porque nunca da la medida justa. Por ejemplo la cobardía, frente a la temeridad que sería el exceso y la valentía que es el término medio que da la cantidad exacta de miedo que hay que tener en cuenta para realizar una acción.

Sara:
Diferir en más o menos:
Diferir específicamente: las sustancias o cosas las define Aristóteles por género y especie. El género es el grupo al que esa sustancia se parece más. Y la especie es aquello en que esa cosas se diferencia, "difiere", de ese grupo. Por ejemplo, el ser humano es animal (género) racional (especie). Las cosas a las que más nos parecemos los seres humanos son los animales, pero lo que nos hace especiales respecto a ellos es nuestra racionalidad.

Disponer: modo de ser, hábito, costumbre, virtud.
Dividir:
Elección deliberada:
Elegir una cosa por ella misma:
Exceso:
Extremos:
Facultades:
Felicidad: fin de todos los actos del ser humano; no es un medio porque se elige por sí misma. Es la autorrealización, la costumbre de actuar según lo mejor que hay en nosotros, la razón. No es por tanto una pasión ni una capacidad, sino una manera de ser que se elige libre y racinalmente, según por lo tanto lo que nos hace especiales: la razón. 

Antonio
Felicidad secundaria:
Fin de todo lo humano:
Forma natural:
Función propia: es la capacidad que nos hace especiales como especie. En el caso del ser humano su función propia o especial es la racionalidad. Por lo tanto, ningún ser humano se puede autorrealizar, es decir, ser feliz, si no actúa habitualmente en función de su diferencia específica, es decir, según la razón.

Hombre bueno:
Hombre justo y moderado: sinónimo de hombre bueno. Aquel cuya disposición marca cómo han de realizarse las acciones virtuosas.

Inmortalizarnos:
Intelecto:
Justicia;
Malo en sí mismo:
Método (análisis político):
Moderación:
Modos de ser:
Modo de ser selectivo:
Mover:
Necesidades de la vida:
La naturaleza es fin:
Obras excelentes:
Obrar moderadamente:
Órgano, función:
Origen de la evolución de las cosas:
Palabra:
La parte:
Partes primeras y mínimas:
Participación comunitaria:
Pasiones:
Placer y dolor:
Por naturaleza:
Practicar:
Producir:
Prudencia:

Silvia y Sergio:
Refugiarse en la teoría: es creer que lo que nos hace buenos es saber cómo actuar, sin la práctica de la buena acción. Como el enfermo que no sigue el tratamiento.
Resultado científico: en política, consiste en conocer para qué está hecho algo dividiéndolo en sus partes más sencillas. Por ejemplo, una ciudad está hecha de ciudadanos, familias y aldeas. Ninguno de los tres elementos puede subsistir por sí mismo. Por lo tanto, para que puedan cumplir con su función han de realizarla con vistas a una comunidad mayor, a saber, la ciudad.
Sentido del bien y del mal:
Sentido de lo justo y de lo injusto:
Ser de cierta manera (cosas producidas):
Simple:
Subsistir:
Teorizar:
Término medio de la cosa: Es el término objetivo entre un más y un menos. Es más propio de las artes y oficios que de la ética.
Término medio relativo a nosotros: es el término medio entre dos extermos viciosos, uno por exceso y otro por defecto, que permite al individuo concreto acertar con la pasión justa que ha de poner en sus actos para que estos realicen la función que persiguen.

Amín
El todo:
Vicios:
Vida conforme a la mente:
Virilidad:
Virtudes: hábitos, costumbres, cualidades adquiridas, disposiciones. Son modos de ser elegidos y repetidos, que consisten en acertar habitualmente con el término medio entre dos extremos viciosos.
Virtudes éticas:
Virtudes humanas:
Virtudes prácticas:
Vivir bien: sinónimo de vida buena o felicidad. La hay de dos tipos: la felicidad humana, consistente en las virutudes éticas del término medio subjetivo, que seleccionan la cantidad justa de pasión que hay que poner en cada cosa; y la felicidad perfecta, de las virtudes dianoéticas, que consiste en la actividad contemplativa.
Voz:


EL PROBLEMA DE LA ÉTICA

1. Razón teórica, razón práctica y razón productiva.
2. La virtud como modo de ser. 
3. La virtud ética: el término medio subjetivo (medio y extremo).
4. La vida feliz (secundaria) y las virtudes éticas: justicia, moderación, templanza.
5. La felicidad perfecta y las virtudes dianoéticas: prudencia y contemplación.

1. Razón teórica, razón práctica y razón productiva.

Aristóteles distingue tres usos de la razón:

- El teórico, que busca definir las cosas por género y especie. Por ejemplo, cuando decimos del hombre que es animal racional o animal político.

- El práctico, que usa la razón para elegir el bien y la justicia. Estudia la vida que corresponde a la parte mejor de los hombres (la racionalidad) y del mejor hombre, ya que lo mejor nos hace felices.

- Y el productivo, cuyo uso se encamina a la elaboración adecuada de un bien. Aristóteles lo llama arte y se refiere a las técnicas que consisten en traer algo a la existencia (producir) mediante reglas, como por ejemplo la música o la gramática.  Si el arte modela la materia para darle una forma bella, análogamente, la ética utiliza la razón para moldear bien nuestra conducta y nuestro carácter.

El uso práctico corresponde a la ética y a la politica. Tambén el uso teórico puede proporcionar, incluso de una manera más perfecta (practicando las virtudes dianoéticas) , la felicidad que es el fin por el que queremos ser buenos y justos . El uso productivo, por su parte, se diferencia muy claramente del uso práctico de la ética y de la política, por estos motivos:

-  Lo que se produce por medio de un arte o de un oficio se puede hacer por casualidad o por sugerencia de otro. En cambio nadie es virtuoso por casualidad: lo es por repetición. Tampoco es bueno por hacer hacer lo que le diga un hombre bueno, sino solo si la forma de hacerlo corresponde a la disposición que tendría ese  hombre virtuoso.

- Los productos del arte tienen su bien en sí mismos, es decir, importa su utilidad, no quién los haya  hecho. En cambio, las acciones de la razón práctica sólo están bien hechas si, como acabamos de decir, el que las hace tiene cierta disposición, por ejemplo:  si el sujeto es libre y consciente de sus actos, así como la voluntad o empeño que pone en ejecutarlos (templanza). 

- Además, mientras que el conocimiento del que conoce un oficio ya es de por sí bueno porque le capacita para producir bien, el conocimiento tiene poco o ningún peso para las virtudes ética, porque uno no se hace bueno por sus intenciones sino por las acciones virtuosas que realiza. Al igual que los enfermos que no hacen caso al médico no sanarán su cuerpo, los que solo tienen buenas intenciones no sanarán de su "vicio" sólo sabiendo lo que hay que hacer pero no haciéndolo.

2. La virtud como modo de ser.

En el hombre, compuesto de cuerpo y alma (teoría hilemórfica), cabe distinguir, en la actividad del alma, los siguientes elementos: pasiones, facultades y hábitos (modos de ser, predisposiciones, costumbres). ¿A cuál de los tres corresponderá la virtud como actividad del alma?

- Las pasiones son el sentimiento que cada uno tiene ante lo que le ocurre y le afecta (los afectos, las afectaciones) que va acompañado de placer o dolor. La virtud no es una pasión, porque no se nos califica moralmente por lo que sentimos sino por lo que hacemos con lo que sentimos. Las pasiones se producen sin nuestra elección; por contra, las virtudes y los vicios (lo que hacemos con lo que sentimos) los elegimos. Y aunque las pasiones nos mueven a obrar (buscando el placer o evitando el dolor), sin embargo son las virtudes las que nos dan cierta predisposición a obrar de la que somos responsables.

- Las facultades son las capacidades por las cuales nos afectan las pasiones: si siento odio, amor, tristeza, etc., es que tengo la capacidad de sentirlos. La virtud no es una facultad porque no se nos califica moralmente por tener la facultad de sentir placer o dolor. Esta facultad está en nosotros por naturaleza. Mientras que nuestra maldad (vicio) o bondad moral (virtud) es producto de decisiones racionales y deliberadas y, por tanto, adquiridas, de las que somos responsables. No nacemos siendo  viciosos o virtuosos.

-  Por lo tanto, si las virtudes, que son una actividad del alma, no son ni pasiones ni facultades, entonces habrán de modos de ser. El modo de ser es el hábito, la conducta adquirida por repetición de unos mismos actos. Esos hábitos influyen en el carácter de cada uno, que no es algo que viene dado, sino que se va formando a través de nuestros hábitos.  Más en concreto, la virtud consiste en el hábito por el cual el ser humano ejecuta bien su función propia. Lo cual se adquiere orientándose en la búsqueda del término medio. Pero no cualquier término medio: sino solo del término medio relativo a nosotros propio de las virtudes éticas.

3. La virtud ética: el término medio subjetivo (medio y extremo).

  Por lo tanto, las virtudes éticas corresponden al "ethos", al carácter, y consisten en un término medio relativo a nosotros. Hay que recalcar que es "relativo a nosotros" porque el término medio se puede determinar desde dos puntos de vita: objetivamente y relativamente a nosotros (subjetivamente):

- El término medio objetivo es el mismo para todos, mientras que el relativo a nosotros no es el mismo para todos.

- El término medio subjetivo no es una medida aritmética, exacta y objetiva, sino el punto adecuado en el que nuestra acción es virtuosa porque ni le sobra ni le falta nada.

El hombre bueno busca siempre este termino medio relativo a nosotros tanto en el campo de las pasiones como en el de las acciones, en las que se pueden hallar excesos, defectos y también término medio en el que reside la virtud. Por lo tanto, el término medio subjetivo lo es entre dos vicios, exceso o defecto de pasiones y de acciones, entre los cuales desarrolla un hábito selectivo subjetivo. Ese término medio posee dos características:

- Respecto de su esencia es "medio": porque, en efecto, selecciona la cantidad justa de pasion y de acción sin pasarse ni quedarse corto. Así, por ejemplo, la valentía sería el término medio entre la temeridad y la cobardía; la generosidad, el término medio entre el derroche y la avaricia.

- Respecto del bien es "extremo": porque con esa selección justa no se queda a medias de una buena acción, sino que realiza el bien de la acción lo mejor posible. Es decir, el término medio subjetivo no solo ni se pasa ni se queda corto de pasión y de acción, sino que por esa "justeza" hace lo óptimo, lo excelente, con la máxima eficacia. La virtud es ese tipo de acción a la que los griegos llamaron "areté" y que se puede concebir como la excelencia que alcanza un ser cuando perfecciona sus disposiciones naturales, que antes de actualizarse están inscritas en potencia en su naturaleza. Así entendida, la virtud no es mediocridad, sino el grado extremo de perfección.Es el soldado valiente, por ejemplo, el que gana la batalla, no el temerario o el cobarde, y por lo tanto él es el mejor en lo que hace.

Sin embargo, no toda acción o pasión admite término medio porque las hay que son malas o buenas en sí mismas, por lo que en ellas no caben exceso, defecto ni término media. Como por ejemplo la envida o la cobardía.

4. La vida feliz (secundaria) y las virtudes éticas: justicia, moderación, templancia.

Se denomina "eudemonismo", cualquier doctrina ética que, como la de Aristóteles, identifica la felicidad (eudaimonía) con el bien supremo y el fin último hacia el que tienden todos los actos humanos por naturaleza, esto es, en cuanto hombre. Por eso tendrá que ver con lo más específicamente humano de su naturalezay, a la vez, con lo que más nos acerca a la divinidad: la razón.   

Además de eudemonista, la doctrina ética de Aristóteles es teleológica porque si el ser humano quiere ser feliz por encima de todo es porque los procesos y los cambios de su naturaleza se explican en base a ese fin (telos) hacia el que tienden, esto es, la felicidad. En efecto, toda conducta obedece a la causa final porque buscamos aquello que pensamos que es bueno. Ahora bien, muchos fines son simples medios que utilizamos para alcanzar otro fin o bien superior. Y, como no resulta posible admitir una cadena infinita de medios y fines (porque, de existir esa cadena, nuestro deseo se perdería en el vacío), ha de haber algún bien supremo al que tienden nuestros actos y que buscamos por sí mismo. Aristóteles piensa que ese bien es la felicidad, pues esta es lo mejor de todo: la deseamos por sí misma, no en vistas a otra cosa. 

La prudencia es la virtud que nos permite distinguir entre medios y fines, y dentro de la felicidad nos permite darnos cuenta de que la felicidad humana es un medio para alcanzar la felicidad perfecta que es el fín último al que podemos aspirar. La felicidad humana o secundaria es la actividad propia de las virtudes éticas que atienden a lo específicamente humano y la felicidad perfecta es la actividad popia de las virtudes dianoéticas que atienden lo que nos acerca a la divinidad.

La felicidad (eudemonismo), ese fin al que tiende (teleología) el animal racional por naturaleza,  no es una pasión ni un modo de ser, sino una actividad. Pero, entonces, ¿qué tipo de actividad nos conduce a ella? ¿Serán las actividades que producen placer y diversíon las más felices?

 Es cierto que también los placeres y diversiones se eligen por sí mismos, pero los hombres son más perjudicados que beneficiados por las diversiones porque descuidan por su causa sus cuerpos y sus bienes. Cualquier ser humano, incluso el tirano o el esclavo, puede gozar de los placeres corporales. Sin embargo, ni  el esclavo es feliz ni el tirano tampoco porque la felicidad de éste solo lo es en apariencia. La prudencia nos permite entender que la diversión es buena, sí, pero no puede ser el fin último, sino solo un medio que nos facilite el descanso para dedicarnos a lo que verdaderamente importa: el esfuerzo en pos de la virtud (esfuerzo al que nos dispone la templanza).

Por lo tanto, la actividad que corresponde con la felicidad secundaria (la que tiene que ver con nuestras pasiones y acciones) no es la que le parece al tirano o al esclavo, sino la que le parece valiosa y agradable al hombre bueno porque éste marca la disposición con la que se practican las virtudes éticas de la justicia, la moderación, la templanza. Esa vida virtuosa es vida de esfuerzo, de templanza, porque las cosas serias son mejores que las divertidas, y la más seria es la de la parte mejor de los hombres (la racionalidad) y del mejor hombre. Por lo tanto, hemos de esforzarnos en lo mejor porque lo mejor nos hace felices.

 Sin embargo, las virtudes éticas de la justicia, la moderación y la templanza solo proporcionan una feliciad secundaria y no una felicidad perfecta porque se encuentran asociadas al cuerpo y a las pasiones. La justicia es la disposición a elegir el término medio de pasión y de acción según nosotros, la cantidad justa, que tengo que poner para que lo que hago sea excelente. La moderación es el disfrute ajustado al término medio de bienes indispensables para la vida relativas al bienestar. Siendo estas virtudes "humanas" propocionan una felicidad solo humana porque aunque utilizan la razón, que es lo mejor que hay en nosotros, no lo hacen por la razón misma, sino por el interés de todo el compuesto humano: cuerpo y alma.

5. La felicidad perfecta y las virtudes dianoéticas: prudencia y contemplación.

Mientras que las virtudes éticas consisten en un término medio relativo a nosotros, las dianoéticas son las que corresponden a la "dianoia" (la razón). La prudencia (esa disposición que permite elegir los medios con vistas al fin supremo que es la felicidad)nos dispone a entender que la felicidad perfecta no solo consiste en ser excelente en los asuntos humanos, sino que algo queda incumplido en el animal racional si no atiende también al placer de la sabiduría, propio de los dioses y que ningún otro animal puede compartir.

Por lo tanto la felicidad perfecta está relacionada con la virtud más excelsa, la virtud dianoética de la contemplación, porque al ser la felicidad el fin al que tiende el animal racional por naturaleza, habrá de estar vinculada la felicidad a lo más específicamente humano y a lo mejor que hay en nosotros, la razón.  Más en concreto, ¿por qué la contemplación es la actividad propia de la felicidad perfecta?

- Lo que es propio de cada uno por naturaleza es lo mejor, y lo más "especial" del animal racional es la razón. Por lo tanto, la actividad más excelente, la vida más feliz, será la vida de acuerdo con la razón, la contemplación.

- Es la más continua, ya que podemos practicarla siempre que queramos a lo largo de nuestra vida. Es más, es la felicidad perfecta del hombre si ocupa toda su vida.

- Proporciona el placer de la sabiduría, propio de los dioses, del que los animales no pueden participar.

- Mientras que el hombre que practica las virtudes éticas (justicia, moderación, valentía), necesita de otras personas para ser virtuoso, el sabio no necesita de nadie, se basta a sí mismo, lo que pone de manifiesto que la autarquía es propia de las virtud dianoética de la contemplación.

- La vida contemplativa del sabio, cuya felicidad radica en el placer de la vida intelectual, es superior a la vida del militar o del político. Estos busan un fin exterior del que dependen: la paz, el poder, los honores, etc. En cabio, la actividad teorética se practica por sí misma lo que demuestra que tiene un valor intrínseco.

- Los dioses aman a quien se les parece: como ellos son inteligencias puras, aman a aquel individuo que los imita, cultivando su razón. Un hombre así puede decirse que es "amigo de los dioses", pues les rinde el tributo que más les agrada; por eso, disfrutará del favor divino y gozará de una vida más dichosa que la de cualquier otro hombre.

Entendemos, por lo tanto, por qué la prudencia nos aconseja que no nos conformemos con la felicidad propia de la justicia, de la moderación y la templanza. Y que aspiremos también a la contemplación. En efecto, aunque seamos humanos y mortales, no debemos pensar solo en las cosas mortales. Aunque como hombres elegimos actuar de acuerdo con las virtudes éticas, debemos esforzarnos también en practicar las virtudes dianoéticas, inmortalizarnos y vivir de acuerdo con lo más excelente que hay en nosotros. La vida feliz no se agota con la práctica de las virtudes éticas (justicia, moderación, templanza). Si la felicidad la proporciona una vida en la que se ejercita la razón, que es la parte mejor del hombre, entonces la vida contemplativa, es decir, una vida dedicada a la actividad intelectual, es la más excelente, perfecta y feliz a la que puede aspirar el ser humano.

Sin embargo el hombre no es una inteligencia pura, sino que el animal racional se encuentra unida a un cuerpo, del que es forma sustancial; por tanto, aunque la vida intelectual es la más elevada a la que puede aspirar el ser humano, una vida absolutamente contemplativa sería una vida propia de los dioses, inalcanzable para el hombre.

La felicidad, bien supremo, no pertenece a un mundo ideal separado, como creía Platón, sino que puede adquirirlo el hombre combinando:

- La práctica de las virtudes dianoéticas: prudencia (distinguir entre medios para la felicidad y la felicidad como fin) y contemplación (la actividad metafísica).

- La práctica de las virtudes éticas: justicia (escoger el término medio según nosotros), moderación (en el disfrute de los bienes exteriores, sobre todo de la amistad) y templanza (capacidad de esfuerzo).

- Y bienes de fortuna o suerte, tales como la salud, el dinero o la amistad.

 
 EL PROBLEMA DE LA POLÍTICA.
https://sekelcastillohistoriadelafilosofia.files.wordpress.com/2017/02/aristocc81teles-polc3adtica-i-1-3.pdf

1. Ética y política: el bien individual (felicidad) y el bien común (justicia).

2. Teleología y eudeimonismo social de la polis.

3. Naturalismo y organicismo de la polis.

3.1. La polis y sus componentes.
3.2. La teoría hilemórfica: sustancia, materia y forma.

4. El animal político: voz y palabra.

5. Los regímenes políticos.

6. La amistad.  


1. Ética y política: el bien individual (virtudes éticas y dianoéticas) y el bien común (la justicia).

La ética aristótelica culmina en la política, que es la ciencia práctica más importante, porque no busca el bien o la felicidad del individuo, sino el bien común, en el marco del Estado.

  2. Teleología y eudeimonismo social de la polis.

Todos los actos humanos se explican ("logos") por la causa final ("telos"). También la creación de la ciudad-estado ("polis") ha de responder a un fin que se consiera bueno. Ese fin no puede ser otro que el más elevado e importante de todos los que el hombre se propone: el bien común, la justicia ("eudeimonismo" social). 

Del mismo modo que el hombre adulto no se limita a vivir (a satisfacer las urgencias de la vida con moderación) sino que trata de vivir bien, virtuosamente (felicidad), la ciudad no sirve solo para satisfacer las necesidades básicas, sino para "vivir bien" en comunidad (bien común, justicia). Porque el individuo aislado no es autosuficiente: sólo en la polis, gracias a la ley y a la educación, puede llevar una vida buena, satisfaciendo tanto sus necesidad inmediatas ("vivir") como desarrollando la virtud ("vivir bien").

3. Naturalismo y organicismo de la polis.

Como la naturaleza no hace nada en vano (lo que es natural lo es por algo), Aristóteles analiza "científicamente" las componentes naturales de la ciudad-Estado para saber de qué esta hecha (su naturaleza) y para qué está hecha (su teleología). Se opone, por lo tanto, a cualquier teoría del pacto social según la cual la sociedad sería resultado de la razón productiva, es decir, fruto de una tecnología u oficio de los seres humanos.

3.1. La polis y sus componentes.

- La casa es la forma de unión natural más elemental. Como los animales se unen para procrear, los hombres forman familias para satisfacer sus necesidades sexuales y alimenticias. La urgencia del vivir hace que en la familia, y por extensión de la ciudad, sea importantísima la economía ("crematística"): seres complementarios que se necesitan mutuamente para sobrevivir y viven en una misma casa según relaciones de subordinación naturales (amos y esclavos, marido y esposa, padres e hijos). En cuanto a una de esas relaciones, la de amo y esclavo ¿hace falta alguna ciencia que enseñe cómo tratar adecuadamente a los esclavos? ¿Es la esclavitud una relación natural o convencional? Si fuese convencional, la naturaleza del amo y del esclavo, en cuanto hombres, sería la misma, y la esclavitud sería un institución antinatural, basada en el derecho espurio de la fuerza. Sin embargo, el esclavo lo es por naturaleza y no constituye más que un "instrumento animado" al servicio de su señor.

- La unión de casas forma la aldea que es una colonia de la casa. Por eso en la aldea aún no hay verdadera políltica, pues se gobierna con los criterios de la autoridad familiar. En efecto, existe una jerarquía correlativa en la comunidad y los bienes: la comunidad superior tiende al bien superior. La comunidad superior es la polis y comprende a las demás. Por eso, no es lo mismo gobernar una ciudad, una familia o una aldea. Lo mismo ocurre en el seno de la familia. Al frente está el padre que gobierna sobre su esposa, hijos y esclavos, pero ejerce su poder de un modo distinto en cada caso.

- Anterioridad" y autarquía de la polis: la ciudad, siendo como es una comunidad natural, un cuerpo, un organismo, es anterior al individuo aislado, a las familias y a las aldeas que son los órganos que la forman. Cuando decimos que la ciudad es "anterior" al inviduo, a la familia y a las aldeas, no lo demimos en sentido temporal, ni físico, sino estrictamente lógico: el todo siempre es anterior a las partes; si no hay un todo, es imposible que pueda haber partes. Las funciones de cada parte (individuos, familias, aldeas) carecen de sentido si no se conjuntan complementariamente en un todo. Esa anterioridad lógica se pone de manifiesto en la sociabilidad natural del hombre que es la condición de posibilidad de cualquier agrupamiento, y, por ello mismo, es anterior a cualquiera de ellos. Por lo tanto,  podemos decir que la ciudad es la forma o estructura hacia la que se dirigen ("telos") en su desarrollo todas las demás comunidades inferiores (familias o aldeas) porque la ciudad es ese todo que da sentido a esas partes

Cuando un ser vivo se ha desarrollado plenamente, es autosuficiente (autarquía); igual sucede con la cudad: cuando surge es la forma social autosuficiente y perfecta. Por lo tanto, el Estado posee prioridad, porque únicamente él es autárquico y se basta a sí mismo. Es en él donde el hombre puede alcanzar su perfección, ya que solo el Estado le permite, mediante la educación, acutalizar todas sus potencialidades inherentes a su naturaleza, tanto intelectuales como morales.

 3.2. La teoría hilemórfica: sustancia, materia y forma.

Aristóteles aplica la teoría hilemórfica a la política. La sustancia es la ciudad, la materia son los individuos, las casas y las aldeas y la forma es el Estado.

- Del mismo modo que los órganos de un ser vivo no tienen sentido ni cumplen función alguna al margen del conjunto total del organismo (a no ser que se trate de un ser artificial, como una estatua, cuyas partes aisladas pueden ser también bellas cuando se las considera por separado), el individuo, las casas y las aldeas no tienen sentido al margen de la totalidad del Estado del que forman parte.  

- Del mismo modo que un ser vivo está formado -como sustancia- por alma y cuerpo (siendo el alma la forma que estructura, vivifica y dirige al cuerpo), los gobernantes (hombres libres o "amos") y el Estado que ellos dirigen dan forma y organizan al resto del cuerpo social: mujeres, niños, extranjeros y esclavos. Porque de la misma manera que el alma racional está destinada por naturaleza a mandar sobre las pasiones, también los griegos, hombres racionales y libres, han de mandar sobre los bárbaros (los extranjeros que no hablan griego y por lo tanto no pueden usar la palabra para buscar lo justo con los demás).

4. El animal político: voz y palabra.

a) Voz.

Los animales, incluido el hombre, tienen voz, es decir, emiten sonidos que expresan el placer y el dolor. El hombre, además, tiene palabra, que es la expresión de lo justo y lo injusto. La casa y la ciudad se constituyen precisamente por la comunidad de palabras.

b) Palabra.

Como los animales no tienen ni alma racional ni palabra, únicamente se mueven impulsados por el placer y el dolor, y solo llegan a formar enjambres o rebaños; en cambio, el ser humano, al poseer la razón y la palabra, tiende a unirse a los demás hombres para vivir racionalmente, conforme al bien y a la justiia, creando leyes. El hombre, por lo tanto, es social, porque su alma racional y el lenguaje le permiten conocer lo justo y lo injusto, así como creasr leyes que regulen la vida colectiva, con vistas al bien común. Por ese motivo, Aristóteles no solo define al hombre como animal racional, sino también como animal cívico o político: es una animal que tiende (teleología) naturalmente (no por decisión) a vivir en sociedad, y no es concebible fuera de la ciudad

c) Individuos sin uso público de la palabra.

Hay individuos que viven fuera de la ciudad y los hay que viviendo dentro de ella solo lo hacen en el seno de las familias.

- Un sujeto solo podría vivir fuera de la ciudad por tres causas: porque se ve apartado casualmente de ella, porque es un ser bestial, inferior al hombre y amante de la guerra, o porque un exceso de sabiduría le ha hecho semejante a los dioses. Pero estos casos son muy raros. Solo el Estado permite "actualizar" todas sus potencialidades, tanto intelectuales (dianoéticas) como morales (éticas), que alberga su naturaleza. Fuera del estado, y al margen de la ley y la justicia, el hombre es el peor animal que existe, pues entonces nada modera sus impulsos y, armado de su inteligencia, se hace sumamente peligroso. El fin de la polis es la justicia (el orden de la comunidad civil) porque dirige hacia el bien las capacidades que tenemos los humanos porque, sin justicia, el ser humano es el ser más feroz.

- Sin embargo, no todos los hombres que viven dentro de la ciudad son considerados ciudadanos. No lo son ni las mujeres, ni los extranjeros, ni los esclavos, que por naturaleza están supeditados a las relaciones de subordinación de las casas.

5. Los regímenes políticos. 

Un régimen político es un modo de organización de la sociedad. El régimen político, varía, por lo tanto, en función de la forma de gobierno. Pues bien, el gobierno puede ser de uno solo, de la minoría o de la mayoría. En cualquiera de los casos el gobierno será correcto si sus decisiones están en consonancia con la finalidad de la polis, que es, como hemos visto, conseguir el bienestar y la felicidad de los ciudadanos, esto es, si definede el bien común; y será incorrecto si defiende sus propios intereses. Tenemos, por lo tanto, un total de seis formas de gobierno:

a) Formas de gobierno correctas: defienden el bien común.

- La monarquía: cuando gobierna uno solo en bien de la comunidad.

- La aristocracia: cuando gobierna la minoría de los mejores en beneficio de todos.

- La república ("politeia"): cuando gobierna la mayoría en beneficio de todos.

b) Formas de gobierno incorrectas: defienden el bien privado.

- La tiranía: cuando gobierna uno solo en su beneficio o en el de un grupo. Es la degeneración de la monarquía.

- La oligocracia: cuando gobiernan los ricos en su propio beneficio. Es la degeneración de la aristocracia.

- La democracia: cuando gobiernan los pobres, que son la mayoría, en su propio beneficio. Es una degeneración de la república.

¿Cuál de los regímenes correctos es el mejor? Aplicando a la política el concepto ético de que la virtud está en el término medio, el mejor régimen es aquel en el que la clase media es numerosa y gobierna la ciudad. Cuando esto no sucede y la población se divide entre los muy ricos y los muy pobres es fácil que el gobierno degenere en una oligarquía o en una democracia, con clases enfrentadas defendiendo sus propios intereses y ajenas al bien común.

6. La amistad.

La amistad ("philía") es una manifestación afectiva entre quienes se sienten parte de una misma comunidad. Por ello, la amistad puede darse en el seno de la familia o entre la comunidad de ciudadanos, en cuyo caso se habla de la amistad civil. La amistad, en especial la amistad civil, puede ser considerada una virtud social, pues si el hombre es social por naturaleza, la amistad es la manifestación más palpable de esa sociabilidad, dado que la amistad implica concordia, deseo de vivir juntos.    




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