jueves, 13 de diciembre de 2018

Santo Tomás: metafísica y conocimiento. (Medieval).



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1225-1274



1. El problema del conocimiento: razón y fe.
1.1.          La doctrina de la doble verdad de los averroístas latinos.
1.2.          La unidad de la verdad.
1.3.          Autonomía de la razón y de la fe.
1.4.          Artículos de fe y preámbulos de fe.


2. El problema de la metafísica: la creación y la estructura de la realidad.

2.1. Demostración racional de la existencia de Dios como creador.
2.2. Esencia y existencia.
2.3. El ente (ser, sustancia): contingencia y necesidad.
2.4. Los trascendentales: todo ser es uno, verdadero y bueno.
2.5. La analogía del ser: horizontal y vertical.


1. El problema del conocimiento: Razón y fe.
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Averroes. Córdoba. 1126-1198.

En la época antigua, el problema del conocimiento se centraba en la diferencia entre opinión y ciencia, entre experiencia y razón. 

Dentro de la Época Medieval, la Escolástica, periodo al que pertenece Santo Tomás de Aquino, el problema del conocimiento se ocupa de un asunto distinto. Afronta el intento por utilizar la filosofía de Aristóteles (cuyos textos, perdidos durante siglos, acaban de recuperarse) para pensar la fe, sin incurrir en la herejía de los averroístas latinos.

 1.1. La doctrina de la doble verdad de los averroístas latinos.

Esta doctrina concede tanta autoridad a la filosofía de Aristóteles como al Evangelio, lo que la lleva en algunos casos a mantener como verdaderas algunas afirmaciones contradictorias, como por ejemplo, decir al mismo tiempo que el alma es mortal (según sostenía la antropología de Aristóteles) y los muertos resucitan (según se confiesa el dogma cristiano).

1.2. La unidad de la verdad.

Frente a esta doctrina herética de la doble verdad de los averroístas latinos, Santo Tomás sostiene que la verdad es única (tanto sobre Dios, como sobre el hombre y el mundo), porque la fuente de la verdad es solo una: Dios.

A esta única verdad, o bien se accede solo por la fe (verdades reveladas o artículos de fe), o solo por la razón (verdades procedente de la experiencia) o por la razón y la fe (preámbulos de fe).

-         En las de fe no hay contradicción con la razón porque ésta no puede acceder a ellas.
-         En las de razón no hay contradicción con la fe porque lo que procede de la experiencia no es necesario revelarlo.

-         Donde mejor se pone de manifiesto la unidad de la verdad (y donde existe el peligro de la herejía de la doble verdad de los averroístas latinos) es en los preámbulos de fe, a los que se accede por la razón y por la fe, y quizá una podría decir una cosa y la otra lo contrario. Sin embargo, esto no es posible porque Dios, autor de la fe y de la razón, no puede contradecirse.

1.3. Autonomía de la razón y de la fe.

Esta unidad de la verdad, no impide que las dos fuentes de conocimiento (la fe y la razón), sean autónomas, es decir, cada una con método y objeto de estudio propios:

-         La fe, dentro de la teología, estudia lo sobrenatural (lo que no vemos –las verdades reveladas: preámbulos de fe y artículos de fe-). Y exige adhesión de la voluntad a Dios.

-         La razón, por su parte  instrumento de la filosofía, se aplica a lo natural (es decir, a la experiencia –a "lo que vemos"-). Utiliza el método de  abstracción por el que elabora los conceptos universales y necesarios – o verdades de razón- a partir de la experiencia.

1.4. Artículos de fe y preámbulos de fe.

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a) Las verdades reveladas pueden ser artículos de fe o preámbulos de fe. Los artículos de fe no se pueden demostrar racionalmente porque exigen la adhesión de la fe. Son aquellas verdades que penetran más en la única verdad. Como hemos dicho, no se puede contradecir con la razón, porque trata de asuntos (revelados por Dios) que están fuera del alcance de la razón. Por lo tanto, no puede haber doble verdad en estos asuntos porque de ellos solo habla una fuente de conocimiento: la fe.

b) Las verdades de razón de la filosofía (juicios universales y necesarios sobre la experiencia), proceden de la demostración racional. No son asunto de la revelación porque Dios nos ha dado la capacidad de pensar sobre la experiencia para que descubramos esos conceptos universales con nuestras capacidades naturales. Dios no tiene que revelar lo que podemos experimentar. Por eso no hay contradicción ni doble verdad porque aquí solo habla la razón (no hay revelación de estos asuntos).  A pesar de que tiene menos alcance en la penetración de la única verdad que la teología, es necesaria una filosofía correcta para que se haga una buena teología (que usa a la filosofía como su esclava epistemológica). Además, la razón es el rasgo distintivo del ser humano (no hay reminiscencia -Platón- ni iluminación -san Agustín-) y existe un corpus filosófico tradicional (la filosofía griega).

c) Los preámbulos de fe son verdades en las que si coinciden la filosofía y la teología, la razón y la fe, lo natural y lo sobrenatural. Son verdades reveladas que también pueden ser demostradas racionalmente por medio de la filosofía. Ejemplos de preámbulos de fe son: la existencia de Dios, la ley natural (ética y política) y la inmortalidad del alma.

- En los preámbulos de fe la filosofía no es autónoma (no es libre); está al servicio de la teología (la filosofía es “esclava de la teología”, hemos dicho antes). Es una herramienta de la teología que la ayuda a pensar conceptualmente la fe. Además, aunque la filosofía llega a esos preámbulos igual que lo hace la fe, solo logra un conocimiento imperfecto que la teología sabe aclarar. Es decir, la fe no sustituye a la razón, pero la perfecciona.

- ¿Por qué revela Dios al hombre lo qué éste puede conocer por medio de su razón natural? En primer lugar, porque no todos los hombres tienen tiempo o talento para practicar la filosofía y acceder a verdades tan importantes. En segundo lugar porque esas verdades de fe a las que se puede acceder también por medio de la filosofía (los preámbulos de fe) son un punto de encuentro con las otras religiones monoteístas (judía y musulmana) y un tema a partir del cual defender la fe frente a los herejes cristianos (apologética).

 -  Si la filosofía contradice en estos temas a la teología, se debe hacer caso antes a la teología, porque aunque la razón la crea Dios, sin embargo la usa el hombre y éste se puede equivocar. En cambio, Dios no se equivoca cuando se revela. En el ejemplo que comentábamos de la doble verdad de los averroístas latinos, si Aristóteles dice que el alma es mortal y el Evangelio dice que es inmortal, hay que hacer caso antes al Evangelio que a Aristóteles.

2. El problema de la metafísica: la creación y la estructura de la realidad.

En la época antigua, el problema de la metafísica estudiaba el arjé de la fisis (la relación entre el ser y el devenir, el cambio y la permanencia).

 En la época medieval, el problema de la metafísica se enfoca en el estudio de cómo es la realidad si se tiene en cuenta que ha sido creada por Dios (la relación que la realidad creada tiene con su creador y la relación de las cosas creaas entre sí).  Ya los griegos trataron ampliamente de  la creación, pero en el sentido de una producción original de una cosa basada en una realidad preexistente. Es lo que Aristóteles llamaba razón productiva. Sin embargo, es en la edad media cuando se estudia la creación a partir de nada preexistente como un concepto metafísico propio de la cosmovisión judeo-cristiana y musulmana.

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2.1. Demostración racional de la existencia de Dios como creador.

Junto con la existencia de Dios, la inmortalidad del alma o la ley natural, la creación del mundo por Dios de la nada es también un preámbulo de fe. En efecto, unque Dios se revela como creador en el Génesis, la creación también puede ser pensada por la razón por medio de la filosofía (y como la verdad es única, razón y fe no pueden contradecirse: el análisis metafísico de la realidad creada es compatible con el mensaje cristiano). Santo Tomás demuestra filosósficamente (solo por medio de la razón, sin la fe) la existencia de Dios como creador en la Tercera, de las "Cinco vías" por medio de las cuales llega racionalmente a la existencia de Dios.


 
Los entes creados no poseen la existencia en virtud de su esencia (yo puedo definir la esencia de un ser humano como animal racional sin que exista todavía o después de haber muerto). Por lo tanto, los entes creados durante un tiempo no han sido y en un tiempo dejarán de ser. Son contingentes: existen pero podrían no existir. No existen en virtud de su esencia. De ese modo, podemos pensar en un momento en que ninguno de estos entes existía. Sin embargo, después de ese momento han existido y existen todos los entes existentes. ¿Cómo es eso posible si no tienen la existencia en propiedad (y de donde no hay no se puede sacar), es decir, no pueden sacar la existencia de su esencia? Si las criaturas existen pero no por ellas mismas, habrán de existir por Otro, un Ser Necesario cuya esencia consista en existir y, por lo tanto, que sea capaz de poner en acto de existir a la esencia de las criaturas (creación) que sólo tienen la existencia en potencia. Un ser que, además de crearlas, las mantenga en el ser (Providencia). A este Ser Necesario todos le llaman Dios.

Vamos a estudiar más detenidamente dos pares de conceptos que Santo Tomás utiliza en esta demostración de la exitencia de Dios como creador. Se trata de los conceptos de:

- Esencia y existencia.

- Contingencia y necesidad.

 2.2.          Esencia y existencia.

Santo Tomás distingue entre esencia y existencia, entre la naturaleza de un ser, entendida como simple potencialidad o posibilidad (esencia), y su existencia efectiva, en acto.

a) Esencia.

Designa el conjunto de características que constituye una cosa, su definición, su concepto. Las esencias de los diversos seres (desde los ángeles a la materia) tienen la posibilidad de existir o no existir (los seres son contingentes) porque todas ellas se pueden definir perfectamente sin incluir en la definición la existencia. Por lo tanto, todo ente existente ha sido antes una esencia pensada por Dios a la que el acto creador ha añadido la existencia.

b) Existencia.

Expresa, justamente, el ser efectivo, de hecho, de la esencia de un ente contingente. La esencia pensada por Dios puede o no existir. Si Dios decide añadirle la existencia, crearla, hará que la potencia de existir (que antes de existir solo Dios ve), pase a existir de hecho, en acto. 

Dios es el único ser en el que esencia y existencia se implican mutuamente, porque su naturaleza implica existir necesariamente, ya que es un ser infinitamente perfecto: teniendo todas las perfecciones, no puede no existir porque la existencia es una perfección.
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2.3. El ente: contingencia y necesidad.

El ente es todo aquello que existe. 

Sin embargo, como acabamos de decir, no todo lo que existe lo hace del mismo modo. Porque mientras que Dios ES la existencia, el mundo TIENE existencia. En Dios la existencia se identifica con su esencia (por eso Dios es acto puro, ser subsistente, ser necesario); en la criatura, se distingue de su esencia (que tan solo es aptitud para ser, potencia de ser). Por lo que si las criaturas existen, pero podrían no existir (son contingentes), no es por ellas mismas que existen, sino gracias a otro: Dios que las crea. Dios posee el acto de ser de forma originaria y las criaturas lo poseen de forma derivada, por participación (en ellas el ser es el acto gracias al cual las esencias existen de hecho).

2.4. Los trascendentales metafísicos: todo ser es uno, verdadero y bueno.

Los trascendentales del ser son las propiedades objetivas que tiene todo ente por el hecho de de existir: unidad, bondad, verdad, belleza. Se dan según el grado de ser de cada cosa: cuanto más perfecta, mayor unidad, verdad, bondad y belleza.
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Se entiende que Plotino y San Agustín, frente a los maniqueos, negaran que el mal fuera algo, porque de serlo no sería tan malo al compartir con todos los entes estas propiedades trascendentales. De ahí que defendieran que el mal no es nada, que el mal es ausencia de bien. Un bien que debería estar pero no está. Esa ausencia, al no ser, no tiene propiedades trascendentales y elimina del mal cualquier predicado positivo.

También se comprende el "ordo amoris" de San Agustín y el concepto de pecado, que consistía en amar más lo que es menos amable y en amar menos lo que es menos amable. Ese más y ese menos, corresponden al orden de perfecciones de las criaturas según el grado de bien, verdad, bondad y belleza que les corresponden. 

a) Unidad del ser (todo ente es uno).

Cuanto mayor sea el grado de ser poseído, mayor será la unidad. La unidad de Dios es la unidad de la simplicidad porque   su esencia consiste en el acto de existir. Dios no es primero una esencia en la mente de nadie y luego existe. Dios es desde siempre y para siempre existencia. En cambio la unidad de los entes contingentes, creados, es de composición (esencia + acto de ser o existencia) porque la existencia es el añadido que Dios pone a las esencias cuando las crea. Cuando esa composición se descompone, el ente pierde su existencia y muere. Por eso Dios no nace ni muere.


b) Verdad del ente (todo ente es verdadero).

Para Aristóteles la verdad se encuentra en el juicio que realizamos sobre la experiencia por medio de conceptos universales y necesarios (se halla en la mente, pero no en la realidad -que es cambiante y múltiple-). 

Para Santo Tomás, en cambio, el mundo y las criaturas individuales son la manifestación del pensamiento divino y por lo tanto poseen verdad ontológica (se corresponden con el plan divino) y no simplemente una verdad lógica o humana puramente conceptual. La verdad del ente depende, como la unidad, del grado de ser que posea. Dios es la verdad suprema porque es el ser supremo. Los entes finitos son más o menos verdaderos según su grado de participación en el ser divino.

c) Bondad del ente (todo ente es bueno).

Las cosas son buenas en cuanto han sido queridas por Dios, fuente de todo bien. Dios crea amando y el hombre ama las cosas porque son buenas. Las cosas son buenas porque existen por el amor de Dios.

2.5. La analogía del ser:

Si en la época antigua el concepto metafísico fundamental, en Platón, era el de participación (imitación, copia), en la época medieval será el de analogía. 

 "Analogía" significa "semejanza" o "proporción". Es un término que indica una relación de semejanza entre cosas distintas. Se refiere al razonamiento que se basa en la detección de atributos semejantes en seres o cosas diferentes.

La relación entre los seres creados y la relación entre los seres creados y el creador es analógica, es decir, que en parte se parecen y en parte se distinguen. Pero esa relación analógica no es del mismo tipo según que se dé entre los seres creados o entre éstos y su creador.

a) Analogía del ser horizontal.

- Semejanzas entre las criaturas:

En primer lugar, todos los entes creados son contingentes, es decir, existen pero podrían no existir. Si existen es porque han sido creados por Dios. Por lo tanto, su unidad entre esencia y exitencia pueden descomponerse y dejar de existir.

Además,  por el hecho de ser entes, todas las criaturas que existen comparten los trascendentales: tienen unidad, verdad, bondad y belleza.

- Diferencias entre las criaturas:

Pero los seres creados se diferencian por su esencia. Es decir, que su naturaleza o definición es distinta. Lo que hace que unos puedan poner en acto unas posibilidades de existencia y otros otra. Lo que hace que aunque todos tengan, por el hecho de existir, unidad, bondad, verdad y belleza, no todos la tengan en el mismo grado. Santo Tomás utiliza esta diferencia en la Cuarta Vía de demostración de la existencia de Dios para jerarquizar a los entes según su grado de unidad, verdad, bondad y belleza.

b) Analogía del ser vertical.

¿Se parecen Dios y las criaturas? Veamos tres posibiliades de respuesta:

- Si se parecieran tanto que no pudieran distinguirse, entonces Dios y las criaturas serían lo mismo y todo sería Dios. A eso lo llamamos panteísmo. Sin embargo el panteísmo no es aceptado por la doctrina cristiana, además de que es incorrecto desde un punto de vista metafísico.

- Tampoco es cierto que Dios y las criaturas no tengan nada que ver, porque cuando Dios crea, su imagen de Dios se refleja en las criaturas que crea. De modo que en cierto sentido, lo positivo que vemos en las criaturas algo tiene que ver con su creador. Es decir, que no nos equivocamos cuando vemos en las criaturas algo que tiene que ver con Dios.

- Por lo tanto, si entre Dios y las criaturas no hay relación de identidad ni de equivocidad, entonces es que su relaión es analógica, porque en parte se parecen y en parte se diferencian. Se parecen en que existen y por el hecho de existir tienen unidad, verdad, belleza y verdad (predicados trascendentales). Pero se diferencian en el modo de existir. Porque mientras que las criaturas tienen una existencia contingente (existen pero podrían no existir porque podemos definir su esencia sin incluir su existenica), Dios tiene una existencia necesaria (existe y no puedo no existir porque no podemos pensar su esencia sin incluir también su existencia). Por eso, mientras que las criaturas TIENEN, en mayor o menor grado, unidad, verdad, bondad y belleza, Dios ES la verdad, la bondad, la unidad y la belleza de la que las criaturas solo participan, en mayor o menor medida, según su grado de perfección en la jerarquía de la creación. 

Santo Tomás, utiliza esta relación analógica para hablar de Dios en dos sentidos:

- Teología positiva: para afirmar de Dios en grado superlativo las perfecciones que ve en Dios. Por ejemplo, si el ser humano es bueno, Dios es la bondad.

- Teología negativa: para reconocer que a pesar de saber que Dios es en grado superlativo todo lo que vemos de perfección en sus criaturas, sin embargo, es mucho más lo que desconocemos que lo que sabemos de él.